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MAR DEL PLATA 2016: Competencia Argentina de Cortometrajes (segunda parte)

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

primos

Cortometraje «Primos» de Magdalena Sáenz.

En una evidente continuidad con el primer programa, la segunda parte de la Competencia Argentina de Cortometrajes profundizó en el eclecticismo y la variedad de géneros y tonalidades, con un nivel desparejo pero al mismo tiempo muy atractivo.

Sobre usos y costumbres, de Marcos Montes de Oca, es más bien un ensayo estudiantil, apenas correcto, sobre un grupo de jóvenes llevando adelante un espectáculo donde prima el desempeño corporal y un grupo de observadores bastante particulares. El giro del final le otorga un cariz inquietante, pero no alcanza para captar a fondo la atención del espectador.

Primos, de Magdalena Sáenz, se centra en tres primos que pasan un fin de semana en la casa quinta de su abuela. Hay un tratamiento pausado del ritmo narrativo en función de ir delineando, poco a poco, una creciente tensión sexual entre los protagonistas. El abordaje sobre los cuerpos, los diálogos cortos y secos y determinadas acciones un tanto aleatorias que insinúan mucho más de lo que parece sobre los personajes, lleva a pensar que la realizadora cuenta con una sensibilidad especial, a la que vale la pena prestar atención.

Soy Buenos Aires, de Tomás Gómez Bustillo, muestra a un cineasta con muchas ambiciones y talento para concretarlas. La historia casi mesiánica de un hombre que cree estar tocado por el destino es un ejemplo de narración avasallante, que reflexiona con gran energía y lucidez sobre el acto de contar y la construcción de imaginarios, de la mano de un estupendo trabajo sobre la puesta en escena. Quizás el cierre no termina de ser del todo satisfactorio, pero es un corto que arrastra al espectador a un mundo lleno de posibilidades.

Oxido, de Víctor Daniel López, presenta los mayores méritos a partir de su construcción estética de un mundo postapocalíptico, donde el óxido endurece los cuerpos hasta la muerte. Pero el drama del protagonista, que va viendo cómo la enfermedad invade todo su ser mientras queda fuera del sistema, no llega a adquirir la suficiente carnadura.

Un hada, de José Militano, cuenta la historia de un niño trabado con una tarea de matemáticas que parece imposible de resolver. Ese relato infantil no termina de funcionar del todo, como si el realizador no consiguiera encontrar la tonalidad pertinente. Recién en el final parece dar en la tecla, con un giro sutil y muy bien contado, dándole verdadera entidad al punto de vista infantil. El mérito extra es entregar una actuación muy contenida y precisa de Betiana Blum.

Y Berá – Aguas de luz, de Jessica Sarah Rinland, juega con el formato del documental sobre la naturaleza, retorciéndolo un poco, pero el experimento no termina de cuadrar apropiadamente. De hecho, termina provocando un distanciamiento sumamente improductivo, donde incluso los méritos formales quedan de lado.

Si hay algo que queda claro al observar la Competencia Argentina de Cortometrajes en su conjunto, es que el cine argentino cuenta con varios realizadores capaces de encarar narraciones verdaderamente cautivantes, desde diferentes perspectivas. Pero ese mérito inicial debe poder plasmarse en futuros largometrajes.

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