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La historia real de un falso asesino

asesino1Título original: True Memoirs of an International Assassin
Origen: EE.UU.
Dirección: Jeff Wadlow
Guión: Jeff Morris, Jeff Wadlow
Intérpretes: Kevin James, Kim Coates, Maurice Compte, Zulay Henao, Andrew Howard, Ron Rifkin, Yul Vazquez, P.J. Byrne, Kelen Coleman, Leonard Earl Howze, Rob Riggle, Andy Garcia, Anthony Belevtsov, Jeff Chase
Fotografía: Peter Lyons Collister
Montaje: Sean Albertson
Música: Ludwig Göransson
Duración: 98 minutos
Año: 2016


5 puntos


KEVIN JAMES Y SUS DILEMAS

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

asesino2Luego de que Adam Sandler firmara contrato con Netflix, realizando hasta el momento dos películas bastante mediocres, como son The ridiculous 6 y Los doble vida, era casi lógico e inevitable que su amigote/discípulo Kevin James terminara recorriendo el mismo camino. Las similitudes no se acaban ahí: si la unión con Netflix prometía mayores libertades para Sandler, pero sus dos films sólo terminaron certificando su agotamiento creativo; lo mismo se puede decir respecto a James, quien en La historia real de un falso asesino repite esquemas ya vistos en su filmografía. Evidentemente, para ambos actores/autores, el problema no pasa por las limitaciones de los estudios, las estructuras de producción o los horizontes de espectadores, sino por la falta de ideas propias a la hora de pensar y trabajar la comedia.

La trama de La historia real de un falso asesino es en principio bastante atractiva: Sam Larson (James), un típico trabajador de oficina sin un horizonte real en la vida, escribe en sus tiempos libres un libro centrado en las aventuras de un espía al estilo James Bond, de esos capaces de enfrentarse a ejércitos enteros, salvar al mundo y quedarse con la chica bonita, alimentándose en buena medida de ciertos relatos que le tira de vez en cuando un amigo. Claro que en su imaginación siempre es él mismo el protagonista y por eso la narración está en primera persona. Cuando menos se lo espera, aparece una editora que le publica el libro online, aunque con el pequeño detalle de presentarlo como perteneciente al género de no ficción. Es entonces cuando Sam es confundido con un letal y legendario asesino, y secuestrado por un grupo revolucionario que desea que asesine al dictador que gobierna Venezuela, para así tomar el poder. Pero el asunto no terminará ahí, ya que Sam se verá metido en una serie de conspiraciones y anti-conspiraciones, en las que están involucradas no sólo la dictadura militar venezolana, sino también un jefe mafioso ruso, una agente renegada de la DEA y hasta agentes de la CIA.

Al principio, hay un par de reflexiones interesantes sobre las formas en que se construyen el relato y el imaginario típicos de los films de espionaje y acción, y aunque ya se perciba que la diferencia entre el lenguaje literario y el cinematográfico no está del todo bien establecida, el director Jeff Wadlow (con experiencia en las narraciones autoconscientes a partir de haber dirigido Kick-Ass 2) lleva la historia con bastante fluidez. Pero pronto va quedando claro que James está apenas reversionando su personaje de Héroe de centro comercial, que a su vez es un rearmado de los personajes de películas como Hitch, El guardián del zoológico y El maestro luchador: el actor parece estar atascado en la composición del tipo incómodo y subestimado social y físicamente, que guarda algo mucho más grande en el interior. No está mal de por sí que trabaje ese estereotipo, sino que en ese abordaje ya no parece encontrar casi nada nuevo, con lo que entra en una repetición contraproducente y encima no traza una evolución verosímil.

De ahí que La historia real de un falso asesino termine siendo una película que avanza a los ponchazos, encontrando algunas ideas sumamente interesantes y otras descartables a lo largo de su narración. De hecho, funciona mucho mejor como comedia política que como comedia de acción, a partir de una mirada muy ácida sobre la artificialidad de ciertos discursos políticos, las motivaciones banales en las luchas por el poder y el rol que cumple una potencia como Estados Unidos en los destinos de muchos países latinoamericanos. Una desconfianza mayúscula en las instituciones impregna todo el relato, que deja a cada rato en evidencia lo falso y artificioso de todas las fuerzas en pugna, y allí está para certificarlo la banda sonora, poblada de versiones en castellano de temas como In the air tonight.

Esas ideas, algunas más astutas que otras, son las que le dan un vuelo distinto a La historia real de un falso asesino, sin por eso terminar de redondear apropiadamente su propuesta. Todavía se puede confiar en el cine de Kevin James, al igual que en el de Adam Sandler, pero es indudable que su carrera se encuentra en un amesetamiento cuando menos preocupante.

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