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El hijo de Dios

elhijo1Título original: Idem
Origen: Argentina
Dirección: Mariano Fernández, Gastón Girod
Guión: Mariano Fernández, Gastón Girod
Intérpretes: Paulo Soria, Juanki Lo Sasso, Ignacio Ballone, Bruno Alcón, Agustín Repetto, Marina Artigas, Jorge Sesán, Marcos Ferrante, Gerónimo Espeche, Martín Tchira, Norberto Arcusin, Mario Vedoya
Fotografía: Gastón Girod
Montaje: Carlos M. Cambariere
Música: Maxi Prietto
Duración: 92 minutos
Año: 2015


5 puntos


PARTIDO TRABADO

Por Cristian Ariel Mangini

(@cristian_mangi)

elhijo2El hijo de Dios es una propuesta arriesgada, de esas que más allá de lo que uno pueda plantear en su reseña, merecen ser destacadas por la originalidad. Tomar el espíritu del cine futbolero y darle la épica del western arroja un híbrido que no pasa desapercibido desde su definición “un western bíblico futbolero”. Pero se trata de un film que no está exento de sus irregularidades, de momentos donde algunas situaciones no encuentran su lugar en la cancha y otras donde el desarrollo de la mitología que ronda el film queda en off-side, por decirlo en términos futboleros.

El asunto arranca con el marco de la historia que subyace en Betania, un pueblo ficticio de alguna parte de Buenos Aires que se encuentra estancado en el tiempo y tiene una larga tradición futbolística, que se vio opacada por la venta de jugadores menores de diez años y la tiranía de un sheriff que organiza por la tradición partidos ocasionales durante las Pascuas. Allí llegan, como si tratara del placard de Narnia o el viaje en tren de Harry Potter, los hermanos Juan y Santiago Zebedeo con su amigo Tomás, en un viaje en auto para participar en carreras deportivas. Un breve altercado y el desconocimiento de las reglas estrictas del pueblo llevan a que sean encarcelados con la oportunidad de negociar si quieren jugar en notoria desventaja por su libertad o permanecer encerrados. A pesar del sombrío panorama contarán con el empuje y la ayuda de aquellos miembros del pueblo que se han opuesto al régimen del sheriff Pilatos, y que pueden cambiar la historia del pueblo de una vez por todas.

Digamos que la cohesión que se plantea en el relato desde lo visual, con un evidente conocimiento enciclopédico no sólo del western spaghetti antes que el clásico, sino también del videoclip (los flashbacks y la introducción de los personajes deben mucho a este registro), cuajan de una forma que no se termina de materializar en el relato. La historia que subyace sobre Betania resulta de una riqueza que excede ampliamente lo que finalmente vemos en pantalla: la voz en off y los flashbacks no alcanzan a dilucidar la complejidad del mundo que crearon Mariano Fernández y Gastón Girod. Es así que la película fluye mucho mejor sin toda esa información adicional, quedándose en el viaje de los personajes que a menudo también se diluyen en la mitología de la narración. Incluso esto hace que se pierda el guiño de los nombres bíblicos y se encuentre completamente desaprovechada la cruel historia de la venta de niños para el mercado futbolístico -que, además, mantendría en el subtexto una crítica sobre el mercado del futbol- en pos del enfrentamiento del resultadismo con el fútbol de potrero, otra idea saludable que encuentra sus momentos en el clímax pero que nunca termina de asentarse. Como verán, no faltan ideas sino que son tantas que a veces terminan colisionando y opacándose entre ellas, más allá de las buenas actuaciones y el trabajo técnico: algo así como si las duplas de Menotti y Bilardo o Caruso Lombardi y Marcelo Bielsa quisieran dirigir el mismo equipo. Imposible.

Sin embargo y más allá del mejunje del guión, la película entretiene desde su épica, algo que no se pierde, y el tono de buddy movie que sobrevuela en los lazos que se construyen. Algo así como si a pesar de ver un empate trabado en cero, termináramos con una sonrisa por asistir a la cancha a ver el espectáculo.

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