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Un hombre perfecto

hombre1Título original: Un homme idéal
Origen: Francia
Dirección: Yann Gozlan
Guión: Yann Gozlan, Guillaume Lemans, Grégoire Vigneron
Intérpretes: Pierre Niney, Ana Girardot, André Marcon, Valéria Cavalli, Thibault Vinçon, Marc Barbé, Sacha Mijovic, Eric Savin, Luc Antoni, Soria Moufakkir, Olivier Antoine, Frédéric Pellegeay, Karina Beuthe
Fotografía: Antoine Roch
Montaje: Grégoire Sivan
Música: Cyrille Aufort
Duración: 104 minutos
Año: 2015


6 puntos


EL QUE SE COPIA TAMBIEN APRENDE

Por Henry Drae

(@henrydrae)

hombre2Creo haber visto la misma historia, o al menos el mismo planteo, varias veces antes de que llegue a mis manos Un hombre perfecto. La más reciente fue Palabras robadas (The words, 2012), de la cual esta podría haber sido una remake sin que la diferencia de calidad sea categórica ya que ambas películas tienen su encanto así como su infaltable moraleja final. Lo interesante es que puestos en el mismo lugar, resulta mucho más aprovechable y creíble el expresivo Pierre Niney que el carilindo Bradley Cooper jugando a ser el escritor aficionado al robo de historias ajenas que debe enfrentar luego las consecuencias. Y además Palabras robadas termina siendo un drama romántico mientras que Un hombre perfecto juega al thriller inquietante y provocador, lo que las convierte en un doble programa más que interesante.

Mathieu Vasseur (Niney) es un joven que trabaja en una empresa de mudanzas y en su tiempo libre escribe con el afán de convertirse en un célebre autor, alguien que pretende convertirse en un nuevo Stephen King siguiendo consejos tan básicos como “escribe 2500 palabras al día”. Pero las cosas no le salen demasiado bien y la obra que le ha llevado mucho esfuerzo es rechazada con un escueto y desinteresado mensaje por la editorial a la que lo presentó. Sin intenciones de rendirse pero invadido por la desesperanza y la decepción, decide utilizar como fuente y copiando palabra por palabra, un diario de guerra de una persona fallecida de la cual tuvo que vaciar el departamento como parte de su trabajo. A partir de allí el éxito le sonríe y se encuentra con su texto convertido en un bestseller y también gracias a eso unido en pareja a la mujer que hasta el momento apenas lo registraba. Los problemas llegan más tarde -para ser precisos tres años después- cuando Mathieu se enfrenta a no haber entregado una sola línea de material nuevo a la editorial que lo ha llenado de dinero a cuenta, su novia decide presentarle a sus padres millonarios en un viaje a su ciudad natal y un extraño se presenta haciéndole saber que la obra que dice haber escrito no es suya. El resto es parte de cualquier trama convencional de una película de suspenso con giros y clichés a discreción, pero no deja de ser parte de un material intenso, con mucho ritmo y atrapante.

Uno de los aciertos del director Yann Gozlan fue apoyarse en la brillante interpretación de Pierre Niney como el joven Mathieu, alguien que parece transparente e incapaz de guardar secretos por oscuros que sean y sin embargo se ve obligado a hacerlo en grado cada vez mayor para salvar lo que quede de la vida de fantasía que tardó nada en construir y se va desintegrando con la misma rapidez. Ana Girardot como la novia bonita, culta y algo frívola crea la tensión necesaria al estar peligrosamente ajena a la verdad y se convierte en el interés mayor a conservar en todo ese lío. Y así es que cuanto más queremos que Mathieu se sincere y exponga sus problemas porque estamos seguros de que ella lo perdonará, más se esfuerza él por mentirle y buscar excusas tontas o llevar a cabo acciones temerarias hasta niveles criminales.

El suspenso propuesto es irremediablemente hitchcockiano y hace hincapié en mostrar detalles de esos que el amante del cine de intrigas criminales disfruta. También hay personajes -tan astutos como insufribles- cuya función específica es la de desenmascarar al protagonista, pero a pesar de las salvadas por un pelo siempre nos queda la impresión de que el pobre Mathieu es el responsable mayor de cada desastre al que se enfrenta.

Quizás lo peor sea el cierre a pura moraleja. Un final que busca redimir al personaje central y a la vez no excluirlo de las consecuencias de sus malas acciones. Un final con esperanza, feliz a su modo, pero demasiado ideal como para que no nos deje un gusto un tanto amargo paradójicamente por lo edulcorado. Un hombre perfecto es el que representa Mathieu cuando al final decide encarrilar su vida, aunque sin dudas su objetivo primario fuese muy distinto.

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