Muy Buena
Todos somos románticos
Por Rodrigo Seijas
No tengo un gran conocimiento musical a nivel general y mi vínculo con lo romántico es prácticamente nulo. Nombres como Rocío Dúrcal, Miguel Gallardo, Pepa Flores, Jeanette, Rafaela Carrá, Iva Zanicchi, José Vélez, incluso Julio Iglesias o Rafael, son referencias y/o símbolos muy muy lejanos para mí. Y sin embargo, un espectáculo como Simple, las canciones que negué amar consigue que esas luminarias de repente parezcan muy cercanas, muy concretas, palpables en los temas y formas a los que recurrieron, y las experiencias que invocaron o invocaron.
Porque lo que hace el autor, protagonista y director de Simple, las canciones que negué amar, Francisco Pesqueira, es un montar un despliegue escénico donde lo primario y relevante es la unión de distintos temas musicales –y sus intérpretes- con eventos particulares de su personaje, o más bien con personas que pasaron por su vida. Como él mismo dice en un momento, “los actores de reparto” de su vida. Ese gesto, esa decisión que finalmente estructura toda la narración –porque lo que se ve a un individuo contando su propia vida a través de las canciones y las anécdotas vinculadas a ellas- y hasta la puesta en escena –el escenario se adecua de forma sutil al despliegue del protagonista y la forma en que interpreta cada tema- funciona como una declaración de principios sobre lo que se está abordando, sobre lo que se cuenta, por qué se cuenta y cómo se lo cuenta, que ya viene insinuada desde el mismo título de la obra.
Lo que se va intuyendo en Simple, las canciones que negué amar es una reflexión bastante visceral sobre cómo determinadas creaciones nos influyen de formas inesperadas, la forma en que los trazos musicales se inmiscuyen de maneras inesperadas en nuestras existencias. El cómo pasa por esa aparente simplicidad que parte desde nociones extremas. Por algo Pesqueira hace referencia y dialoga y les da voz (y cuerpo) a personas que marcaron su vida, y que aparecen casi como marginados, como seres desplazadas de las convenciones habituales, que en cierta forma cumplen con determinados estereotipos pero al mismo tiempo los quiebran, representando al mismo tiempo, de manera indirecta (o no tanto) a ese conjunto tan particular que es lo cordobés. Las canciones que canta Pesqueira son narraciones, cuentos, declaraciones que están en los márgenes, pasiones desatadas de seres llevados a extremos que han quedado un poco a contramano de todo. Pesqueira sabe eso, por eso coloca a esos individuos al frente, los saca de sus roles de reparto para hacerlos protagonistas, los enlaza con su propia vida.
Es que claro, todos en algún momento estuvimos un poco desplazados, un poco al margen, un poco a contramano de lo que nos pide el mundo. Todos hemos cumplido con estereotipos, los hemos quebrado e incluso los hemos cumplido cuando creíamos quebrarlos. Pesqueira –de la mano de una performance notablemente física- va creando un personaje que seguramente tenga mucho de ficción, de imaginación o exageración, pero que también muy probablemente tenga mucho de realidad, y lo usa como trampolín para hablar de varios personajes más, que pueden parecer el producto total de lo imaginativo pero que a la vez gozan de total verosimilitud. En ese diálogo, en esa creación de múltiples seres que no dejan de ser uno, con el romanticismo y la pasión de las canciones como puente indispensable, el autor también establece una multitud de interpelaciones al público, al que asimismo necesita para construir el espectáculo.
Así, Simple, las canciones que negué amar se cimenta como un espectáculo con muchas variables en juego, capaz de conectarse con un amplio espectro de público y que no deja de pensar, con una inteligencia y sensibilidad destacables, las confluencias entre lo artístico, lo personal, lo social y lo popular. Y cómo de ahí, con vigor, vitalidad y arrojo, sale lo extraordinario, lo verdaderamente romántico.
Autoría: Francisco Pesqueira Intérpretes: Francisco Pesqueira Diseño de luces: David Seldes Diseño De Sonido: Juan José Frías Fotografía: Gabriel Machado Entrenamiento Coreográfico: Gustavo Bertuol Prensa: Tehagolaprensa Producción ejecutiva: Andrea Widerker Productor comercial: Ricky Dieguez Puesta en escena: Emiliano Samar Dirección de arte: Jorge López Dirección musical: Claudio Martini Dirección de actores: Emiliano Samar Dirección general: Francisco Pesqueira Sala: Teatro La Comedia (Rodríguez Peña 1062, CABA) – Lunes y martes a las 21:00. Hasta el 16 de febrero del 2016.
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