Título original: Hot tub time machine
Origen: USA
Director: Steve Pink
Reparto: John Cusack, Craig Robinson, Crispin Glover, Chevy Chase
Guión: Sean Anders, Josh Heald.
Fotografía: Jack Green
Montaje: George Folsey Jr., James Thomas
Música: Christophe Beck
Duración: 98 minutos
Año: 2010
8 puntos
Con un exquisito olor a huevos
Por Rodrigo Seijas
Es bueno empezar diciendo que Un loco viaje al pasado es LA comedia tapada del año, y más si tomamos en cuenta las reacciones que provocó en comparación con ¿Qué pasó ayer?, un filme que, con todas las virtudes que podía tener, es, en mi opinión, una de las comedias más sobrevaloradas de la década.
Como bien señala Mex Faliero en su crítica sobre esta película en el sitio cineramaplus.com.ar, Hot tube time machine no posee la habilidad y sutileza narrativa de The hangover (que a la vez disimula su machismo), pero sí mucho más timing cómico y habilidad para el chiste. Habría que agregar que si el talento formal de Todd Phillips encubre el machismo y la misoginia de su filme, la honestidad de Steve Pink pone bien en evidencia los comportamientos machistas y misóginos de sus personajes, sin juzgarlos, pero delatando su imperfección y demostrando mucha más inteligencia y atrevimiento.
La historia es simple, básica y a la vez, completamente alocada. Tres amigos desde su juventud, ahora en sus cuarenta y completamente desilusionados con sus respectivas vidas, deciden –tomando como excusa el “posible” intento de suicidio de uno de ellos- ir de vacaciones al lugar que fue testigo de sus mayores alegrías cuando eran adolescentes. Llevan medio de los pelos al sobrino de uno de ellos, un muchacho ultra freak que sólo es capaz de acercarse a una mujer a través de la bendita internet. En un momento de la primera noche juntos, deciden tomar un baño en el jacuzzi de la habitación del hotel, que –por esas bienvenidas arbitrariedades del guión- funcionará como máquina del tiempo, llevándolos de vuelta a la década del ochenta, con sus cuerpos rejuvenecidos.
Uno de los principales méritos del filme es que se hace cargo de lo disparatado de su premisa inicial. A la vez, se emparienta con las comedias de Judd Apatow (Virgen a los 40 años, Ligeramente embarazada) y Adam McKay (El reportero, Hermanastros) en cómo hace referencias permanentes a la cultura popular, tanto la de los ochenta como la actual, utilizándolas como mecanismos para la construcción de personajes. Asimismo, no teme hilvanar secuencias donde los insultos y la escatología prevalecen, pero no de forma gratuita y arbitraria, sino coherentemente, porque lo piden el relato y sus protagonistas.
La honestidad de Un loco viaje al pasado pasa por mostrar sin tapujos una gran cantidad de códigos representativos de la masculinidad, pero no precisamente para aplaudirlos sin distinción alguna. Se celebra la amistad, la lealtad, la honestidad, la fidelidad, el sexo sin culpas. No sucede lo mismo con la institución matrimonial cuando es sostenida porque sí; la mujer vista como objeto –positivo o negativo-; y el sexo como arma física o culposa. Frente al conformismo o la grosería a media máquina de ¿Qué pasó ayer?, Un loco viaje al pasado opone una permanente voluntad de cambio y superación, pisando el acelerador a fondo.
Esto se intuye también en los personajes y los actores que los interpretan. Es un filme construido en base a gente de carne y hueso, esencialmente humana, y la carnadura de los intérpretes calza perfecto. John Cusack (quien también produce la película) realiza una actualización del Rob de Alta fidelidad, recorriendo el mismo camino de autocrítica que le permite madurar hacia al final; Craig Robinson le pone todo su cuerpo y pureza cómica a su papel; Clark Duke es tremendamente efectivo; y Rob Corddry consigue aquí su mejor actuación, en la que todas sus puteadas y gestos incorrectos aparecen en los momentos y lugares justos. Todos exhiben una gran capacidad para conseguir la distancia justa con sus roles, causando de ahí en más el adecuado balance entre empatía y distanciamiento que requiere el género.
Se leyeron unos cuantos cuestionamientos a los últimos minutos del filme, donde se cierran todos los conflictos de una manera recargadamente feliz, hasta podría decirse que conservadora. Razones no les faltan a estos argumentos, que son bastante pertinentes. Parece un tanto apresurado cómo se soluciona todo, pero puede verse también como un conjunto de decisiones afines a la trama, ya que antes que nada Un loco viaje al pasado es una historia de aprendizaje, donde las consecuencias guardan una lógica casi implacable. Hay una evolución, una toma de conciencia, una serie de sucesos que obligan a los protagonistas a poner los huevos sobre la mesa de una vez por todas. El filme, con su humilde pero sólido concepto de puesta en escena, acompaña con fervor. Y el espectador no puede dejar de sentirse entre amigos, entre gente a la que le da la impresión de conocer de toda la vida.