El film de Bill Condon tiene una primera mitad interesante a partir de cómo combina la oscuridad con lo lúdico, pero se va derrumbando a medida que se va poniendo más serio y sentencioso.
La película de Gurinder Chadha toma la música de Bruce Springsteen para construir un relato donde el realismo y el artificio conviven de manera armoniosa, hasta conmover sin reparos.