La mirada de Howard Hawks sobre el mundo policial de Raymond Chandler estaba atravesada por la comedia, en un relato cautivante donde era clave la química entre Humphrey Bogart y Lauren Bacall.
Este clásico inoxidable supo ser una gran demostración de cómo Hollywood era capaz de ir a la guerra por distintos medios, ofreciendo un relato que hacía un gran uso de la mixtura de géneros.