La película de Gastón Solnicki es un apuesta experimental que se sostiene demasiado en la arbitrariedad de sus partes, llevando siempre a la sobre-interpretación para justificarla.
Es el retrato de un grupo de adolescentes que atraviesan distintas crisis que derivan del confort de clase. Está libremente inspirada en una ópera de Béla Bartok.
La obra de Agostina Luz López coquetea con la estética del biodrama pero también la elude, construyendo un campo de experimentación propio a partir de lo fragmentario.