La obra de Alejandro Lifschitz apuesta por el humor y la comedia como herramientas políticas fundamentales, construyendo un relato de gran inteligencia.
La obra de Juan Ignacio Fernández y Catalina Larralde se basa en lo tradicional y los factores de pertenencia para construir un relato marcado por el patetismo.
Una obra que con dosis similares de humor y melancolía reflexiona sobre la vida y la muerte, y cómo se conectan con la materialidad teatral y los artificios estéticos.