El film de Bill Condon tiene una primera mitad interesante a partir de cómo combina la oscuridad con lo lúdico, pero se va derrumbando a medida que se va poniendo más serio y sentencioso.
Esta sátira producida y protagonizada por Brad Pitt para Netflix resulta una grata sorpresa en su mirada ácida sobre el intervencionismo norteamericano en Medio Oriente.