Un thriller de acción que acumula demasiados elementos sin una conjunción sólida, con lo que su relato descarrila sin remedio. Anthony Hopkins y Ben Kingsley están pésimos.
Esta reversión del clásico de los noventa es un film tan calculado, tan diseñado en función de atraer al público joven, que paradójicamente termina siendo un desastre que no gusta a nadie.