La película de Sebastián Perillo emula cierta superficie del cine norteamericano de los 80’s, atravesándolo con la estética indie local. Una experiencia válida, aunque no funcione del todo.
A pesar de ciertos recursos dramáticos más vinculados con el cine argentino industrial de los ochenta, la película de Savignone desarma cualquier pretensión heroica y se opone a una tradición de iluminados.