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Planet Terror

Bebida isotónica de celuloide con jugo clase B

Por Juan Francisco Gacitua


9 puntos


Tercera vez que vi Planet Terror, primera vez en el cine. Sólo los dvd’s importados e Internet permiten la exhibición correcta de Grindhouse, con las dos películas que la componen (la otra, Death Proof, de Quentin Tarantino, que llega en 2009) en continuado, y los trailers al medio, suerte que sólo tuvieron los Estados Unidos y algunos festivales, pero que dieron la mala recaudación que dejó sin el doble programa al resto del mundo.

El público en la sala se excita y se ríe fuertemente con las mujeres y las muertes del film, respectivamente. No se trata de energúmenos, ignorantes ni salvajes. Es una película simple que disfrutar, y a su vez, junto con DP, el proyecto más ambicioso en años. Más allá del detalle logístico de las proyecciones, Tarantino y Rodriguez no salieron con un homenaje al cine clase B, y menos una sátira: hicieron dos películas clase B.

Afirmación de ínfimo peso y certeza que me fue refutada el verano pasado por un colega: película B se nace, no se hace. Ninguno de los dos directores se caracteriza por filmar a patadas, con presupuestos módicos y un elenco puesto por la productora. Así, Grindhouse es un trabajo fino en pos de lo desprolijo, lo imperfecto y lo tosco.

Entonces Planet Terror sí, viene con todos los detalles: un guión harto simple, actores de segunda línea, una fotografía horrorosa, un montaje torpe, y hasta avisos de la sala (el “OUR FEATURE PRESENTATION” que antecede también a Kill Bill Vol. 1, y otro muy gracioso que es mejor no revelar, durante la escena sexual). Hasta ahora, una canchereada por parte de los directores, un sinsentido que no logra esconder una excusa para filmar tetas, lesbianas, zombies y sangre.

Pero, hermano, ¡qué tetas, qué lesbianas, qué zombies, cuánta sangre!

Ésta es la tan atractiva contradicción del film, tan disfrutable superficial como críticamente. Porque puede señalarse cómo Rose McGowan se comió a Britney y a Jenny Lewis, haciendo de Cherry una dulcísima paisana vestida vulgarmente, que deviene en una heroína renga, pero asesina. Ella y El Wray calientan la película apenas se hablan, y, con ese polvo de tres piernas involucradas, arrasan en el año donde estuvo nada menos que la pareja de Atonement. Pero también están esos zombies asquerosos que mantienen algunos rasgos humanos, humor negro de sobra, una mínima referencia histórica, sí, pero hay explosiones, tiros, sangre…

Llegando al final de la media hora corriendo en la cinta -por supuesto, después de los aparatos-, la Gatorade se toma de dos sorbos, siempre. A nadie le importan los aminoácidos, las sales, el sodio. Así de necesaria llega Planet Terror, justo cuando terminamos el año.

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