No estás en la home
Funcinema

El engaño

Una película que se engaña sola

Por Cristian A. Mangini


5 puntos


El engaño del debutante Marcel Langenegger es una película en donde conviven de manera mal delineada dos relatos: el primero es una profunda reflexión sobre el aislamiento y la rutina en la vida de oficina, sobre como la sistematización del trabajo lleva a generar seres alienados con su condición, siendo el personaje de Ewan McGregor (Jhonatan McQuarry) el foco de esta historia. Para contarla el director se hace de una serie de recursos interesantes, particularmente en el apartado visual que es sumamente expresivo sin ser artificioso. Como ejemplo se puede citar el profundo contraste de colores fríos que remiten a lo urbano, que se asienta en el trabajo de Fincher o Forster en los últimos tiempos,  frente a la calidez del interior a partir de su relación y el cambio de vida al que se somete. Sobre este punto de giro, hay que decir que funciona en primera instancia, pero luego no se enmarca dentro de la lógica del personaje. Sin embargo, hasta aquí había una película interesante con cuestiones sociales bastante interesantes de tratar, un thriller erótico con personajes queribles y cuestiones que se remitían a lo estrictamente epidérmico, aunque sea en algunos aspectos un cliché.

El problema más grande esta en la segunda parte del film. Como si el relato se olvidara de sus bases, ingresa en el terreno del thriller llano y previsible, con una carga moral ambigua al que le sobran minutos. La película transcurre con planos detalles que pretenden explicar lo que el espectador de alguna manera ya intuye y, una vez en España, ya se sabe como se van a mover los hilos. Desafortunadamente, a este derrape hay que sumar un final poco satisfactorio, que resignifica a un personaje al cual en un comienzo lo veíamos con complejos sentimentales, ahora transformado en un timador  experto, de manera casi inexplicable.

Queda el carisma de Ewan McGregor y Hugh Jackman, dos grandes actores que sostienen la pantalla por si solos, pero que en virtud de los personajes guionados apenas pueden sobresalir; el triangulo se completa con el personaje de Michelle Williams, con quien el espectador difícilmente pueda identificarse porque se limita a aparecer como una belleza (que precisamente es) en pantalla. Aún con el elenco brillante, a la película le falta solidez en el guión y eso se nota en el resultado final, generando largas secuencias explicativas que no tienen otro propósito más que subrayar cuestiones vinculadas a lo que, si hemos prestado atención, ya hemos develado. Queda olvidada la cuestión existencialista de la primera parte y la tensión erótica: la película se olvida de si misma.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.