Título original: 10 lives
Origen: Inglaterra / Canadá
Dirección: Christopher Jenkins
Guión: Ken Cinnamon, Christopher Jenkins, Karen Wengrod
Voces originales: Mo Gilligan, Simone Ashley, Sophie Okonedo, Zayn Malik, Dylan Llewellyn, Jeremy Swift, Bill Nighy
Diseño de producción: Ruben Hickman
Montaje: Lynn Hobson, Mirenda Ouellet
Música: Tom Howe, Geoff Zanelli
Duración: 2024
Año: 78 minutos
6 puntos
APRENDIENDO A LOS GOLPES
Por Patricio Beltrami
Una película animada dirigida al público infantil con un conflicto sobre el medioambiente, un villano científico con delirios de poder y un mensaje sobre las segundas oportunidades a través de la reencarnación. A priori, Un gato con suerte reunía todos los lugares comunes para convertirse en un bodoque moralista y previsible para niños. Sin embargo, la película británica encuentra en la comedia el mejor camino para presentar una historia divertida, que avanza a buen ritmo y que, incluso, en algún pasaje logra conmover al espectador sin la necesidad de forzar golpes de efecto.
Un gato con suerte es la historia de Beckett, un gato abandonado que, por esas cosas del destino, literalmente se cruza en el camino de Rose. A fuerza de artimañas y del encanto de un cachorro, Beckett logra que la joven lo adopte e inician una idílica vida en las afueras de la ciudad. Pero la llegada de Larry, el ex novio de Rose, desata los celos del gato, que se niega a compartir el tiempo y el cariño de su dueña. Tras cometer una serie de maldades, Beckett muere, perdiendo la última de sus nueve vidas. Al tratarse de un caso especial, en el limbo le ofrecen un trato: tendrá otras nueve vidas pero en el camino le advierten que transitará un camino que lo hará cambiar su forma de ser. Mientras busca recuperar su vida, Beckett se ve envuelto en una misión para salvar la carrera de Rose y Larry.
Una de las virtudes de Un gato con suerte es que el relato es sencillo, progresa constantemente y privilegia los dos grandes arcos de la historia sobre cualquier otra subtrama. Por un lado, el camino a la redención de Beckett lógicamente estará minado de obstáculos y lecciones en cada una de las nuevas nueve vidas que les concederán por mandato divino. De hecho, lo religioso tiene una especial fuerza en el relato, no sólo por la intervención de Dios y sus ángeles administrativos del limbo, sino por el camino de la redención de un personaje que es la encarnación de varios pecados capitales (gula, envidia, pereza y soberbia). Igualmente, el viaje de antihéroe (casi villano) a héroe trascurre mayormente al calor de la comedia, que oscila entre inocentes gags ATP y algunos chistes que borden el humor negro (varias de las muertes resultan algo escabrosas) con el sello de la elegancia inglesa. Lógicamente, al final del camino habrá momento para la reflexión y la redención, pero incluso en estos momentos cargados de simbolismo cristiano hay pasajes que resultan genuinamente conmovedores a partir del peso dramático acumulado a lo largo de la película.
En tanto, el conflicto medioambiental vinculado con la apicultura y la producción de polen complementa y, en su momento, se unifica muy bien con el camino de Beckett. No sólo porque el plan maligno progresa con problemas de ejecución, tanto por la injerencia de Beckett como por la impericia del villano y sus secuaces (dos torpes matones de buen corazón), sino porque el clímax de la película se nutre en buena medida de la tensión bien construida por ambas tramas. Justamente, allí está la clave para conmover. Un gato con suerte, más allá de ciertos pasajes moralistas que buscan darle sentido forzado a la historia, consigue que el espectador empatice con los personajes, imperfectos y humanos. Aprendiendo a los golpes, finalmente Beckett y Rose obtienen su final feliz.
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