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Argylle: agente secreto

Título original: Argylle
Origen: Inglaterra / EE.UU.
Dirección: Matthew Vaughn
Guión: Jason Fuchs
Intérpretes: Bryce Dallas Howard, Henry Cavill, Sam Rockwell, Bryan Cranston, Catherine O’Hara, Dua Lipa, Ariana DeBose, John Cena, Samuel L. Jackson, Sofia Boutella
Fotografía: George Richmond
Montaje: Col Goudie, Tom Harrison-Read, Lee Smith
Música: Lorne Balfe
Duración: 139 minutos
Año: 2024


7 puntos


EL CINE COMO UNA FIESTA

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

El cine de Matthew Vaughn se ha sostenido sobre un par de ideas que ha, no digamos repetido, pero sí reutilizado de película a película: en primera instancia una apropiación de la iconografía de las películas de James Bond, desde sus villanos exuberantes hasta su elegancia autoconscientemente old fashioned; y en segunda instancia una violencia caricaturesca, de cómic, representada con un uso de los efectos digitales que no tienen problemas en hacer evidente el artificio. Todo eso vuelve a hacerse presente en Argylle: agente secreto, su nueva y estimulante película, en la que además hace un movimiento que resulta muy arriesgado tras haber puesto su imaginación a universos prediseñados en el cómic (Kick-Ass, X-Men, The Kingsman): pretende construir un universo nuevo. De ahí que no tenga un público cautivo y -de ahí- que se encuentre con un rechazo generalizado ante una película que resulta por momentos un artefacto inclasificable.

Y no está mal lo que hace Vaughn. Primero porque el director tiene una gran imaginación y segundo porque dispone los elementos de su película como si se tratase de una fiesta. Argylle: agente secreto es, como aquella también injustamente maltratada Hudson Hawk con Bruce Willis, una comedia alocada con acción caricaturesca que avanza sin pensar demasiado en cómo lo hace y es llevada por su propio impulso. Podríamos decir que Vaughn -un poco como es su estilo- la cancherea con el uso de la banda sonora, la estilización sobrecargada de algunas secuencias y los constantes giros que propone, pero a partir del dúo protagonista que integran Bryce Dallas Howard y Sam Rockwell, sabe edificar un vínculo que nos importa y una historia de amor con ecos al espíritu desaforado de la Mouling Rouge! de Baz Luhrmann.

Argylle: agente secreto es un pastiche con un tono cocktail muy sesentoso, una película que apuesta por el gran espectáculo para ser visto en la gran pantalla, que le cuesta un poco encontrar el tono pero que cuando lo hace estalla como un chicle globo en nuestra cara. O que más precisamente va encontrando el tono a partir de sus giros, que actúan como correcciones del relato, como si la novela que es parte de la historia se fuera reescribiendo ante nuestros ojos. En ese juego de cajas chinas que propone Vaughn el que mira, el espectador, también parece formar parte de la aventura reorganizando todas las piezas. Y si todo eso resulta demasiado confuso, en el último acto Vaughn dispone un par de secuencias de acción, donde el disparate y las ideas visuales y sonoras se dan la mano, con explosiones de colores que le dan un tono festivo. Puede que Argylle: agente secreto no sea la película redonda que cree ser, pero hace tanto que una película no apuesta por la alegría y el disparate sinsentido que sus parciales aciertos se viven como grandes triunfos. El cine como una fiesta, un objetivo olvidado entre tanto espíritu falsamente sensible y gente con gesto adusto y puño en el mentón.


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