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MAR DEL PLATA 2023: Competencia Internacional – Día 5


Partió de mí un barco llevándome de Cecilia Kang / 6 puntos


En la nueva película de Kang se hace uso de un recurso habitual del documental contemporáneo: tomar un elemento histórico y relacionarlo con algo personal, como para intentar en esa relación una lectura posible. Partió de mí un barco llevándome aborda sucesos ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial, cuando mujeres coreanas eran secuestradas y convertidas en esclavas sexuales bajo el eufemismo de “mujeres de consuelo”. Y mira especialmente a una joven coreana que vive en la actualidad con su madre en Argentina, mientras pone en espejo su propia experiencia familiar con aquellos hechos. Por momentos la relación parece un foco forzada y, por otros, cuando descubrimos la historia de su madre a partir de un diálogo donde en cierta forma normaliza la violencia que vivía, luce más pertinente. En lo concreto, Partió de mí un barco llevándome es una película sobre las herencias culturales que ignoramos, pero que residen en nuestro interior inconscientemente. Y es también una mirada sobre el extrañamiento que habita al extranjero, en un juego de idas y vueltas que la directora propone: los coreanos que viven en Argentina, pero a la vez el descendiente de coreanos que se fue a vivir a Corea. Nadie termina de hacer pie en ningún lugar y a la vez se siente parte de todos. El detalle de las golosinas que la protagonista le lleva a su hermano, es una síntesis de esos desacoples culturales que por momentos la película mira con simpatía. Y, en otros, con emoción. Mex Faliero


Seagrass de Meredith Hama-Brown 6 puntos


Un lugar común (un matrimonio en crisis), otros temas de actualidad (la diversidad cultural y la intolerancia solapada de clases, la maternidad) y un abordaje que, si bien propone zonas de intensidad, parece estar condenado a la repetición y al cálculo. La apertura de Seagrass hace honor a un inmenso mar iluminado mientras dos hermanitas juegan al costado de un barco. La luz y el canto contrastan con los rostros de hastío de sus padres. Esta es la carta de presentación: un viaje con la intención de despertar algo apagado. Si hay un tema que transitaremos a lo largo de esta travesía es la imposibilidad de conexión emocional y la prueba irrefutable que los problemas se arrastran por más que se lleven a un lugar paradisíaco para hacer algo así como retiro de parejas. Judith y su marido se encuentran en una encrucijada, no pueden con sus vidas e intentan que esto no afecte a sus hijas. Ella tiene una historia familiar, con duelos incluidos; de él sabemos poco y lo vemos más pendiente de la televisión que de otra cosa. No obstante, no sólo del matrimonio como un ecosistema frágil habla la película. También la fragilidad recorre el mundo de las niñas, distanciadas por edades con intereses diferentes. La más pequeña demandará atención, sentirá el vacío y la soledad como su madre y el fantasma de la abuela hará sentir su presencia. Varios momentos de enrarecimiento son creados desde encuadres subjetivos como para que advirtamos algún tipo de experiencia sobrenatural. Son los más interesantes cinematográficamente. Luego, la niña más grande experimentará los cambios en su cuerpo, los primeros roces comunitarios y el descubrimiento de un mundo que no se muestra divertido cuando la discriminan por su descendencia japonesa. Mientras tanto, los adultos se involucran en ejercicios de terapia que no siempre salen bien y encuentran en otra pareja el espejo en el cual quisieran verse reflejados (sobre todo Judith), aunque la felicidad que derrochan simula estar más bien empaquetada. Seagrass está a mitad de camino entre el drama convencional ya visto en reiteradas oportunidades y un enfoque personal, por momentos, que confirma la habilidad observacional de su directora para sostener la tensión a base de silencios, llantos contenidos, palabras guardadas y deseos reprimidos. Película de veladores prendidos y preguntas incómodas donde lo privado (ser madre) y lo cultural (la identidad japonesa/canadiense) se conjugan en el cuerpo de una mujer que no puede con su vida, con su rutina, con su ansiedad y con sus miedos mientras su marido acompaña. Si algo transmite bien la película es ese sopor, esa incomodidad, a pesar de que el efecto final sea de estiramiento. Guillermo Colantonio


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