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MAR DEL PLATA 2023: Competencia Internacional – Día 4


Kinra de Marco Panatonic / 6 puntos


El tema del tiempo es todo un tema en el cine contemporáneo. Recién a los cuarenta minutos de película aparece el título. El cineasta se toma casi cuatro horas para dar cuenta de una realidad que involucra a la comunidad quechua, que materializa su lengua, sus costumbres y también los problemas que debe afrontar social, cultural y económicamente. Y lo hace siguiendo principalmente al joven Ignacio Cuba Castro Huamani. Su tránsito desde el altiplano a la ciudad es un itinerario documentado con todas las vicisitudes, pero sin histrionismo, respetando la relación con los espacios y el letargo de un andar que se hace cansino por la propia inoperancia burocrática de ciertas instituciones o por la falta de consideración hacia sectores desplazados progresivamente. Sin embargo, esto no es sinónimo de pereza discursiva ni de regodeo sustentado en la marginalidad. Uno de los aciertos de la película es no idealizar ni forzar una mirada complaciente. Como en todo grupo humano hay fortalezas y vulnerabilidades (principalmente en lo que concierne a las mujeres). Otro, su poder de observación. Basta ver la escena inicial, un prodigio fotográfico mientras fuera de campo se escucha la tremenda discusión de una pareja. El respeto y la dedicación del director se advierte en cada plano, del mismo modo que la necesidad de posicionarse políticamente a través de esa extensión temporal (desmedida, creo) que consagra a cada acto. Y mientras la cámara se presta a visibilizar la supervivencia de la comunidad, del sentimiento de pérdida, también habla del trabajo, de las condiciones precarias del trabajo en las minas, en la construcción y en otras maneras absolutamente informales de la economía de mercado, todo un sistema atrofiado cuya voracidad relega la sofisticación artesanal de otras regiones alejadas de la ciudad. Puede que la duración haga perder de vista algunos planos que son maravillosos y que conjugan ambos espacios, el urbano y el natural. Pocas veces se ve un cielo azul o tormentoso de la manera en que lo filma Panatonic, aun cuando es un poderoso telón de fondo de las acciones humanas. Incluso los colores de ese multifacético Perú se destacan cinematográficamente, no obstante, siempre queda la sensación de que los recursos puestos en juego habrían funcionado de igual manera en un lapso de tiempo más acotado. ¿Riesgo formal, radicalidad frente a otras formas más convencionales de relato y de proximidad a mundos que son ajenos a la labor del documentalista? Sí. Pero también estiramiento. Guillermo Colantonio


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