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El portal

Título original: Idem
Origen: Argentina
Dirección: Andrés Perugini
Guión: Andrés Perugini
Participan: Margarita Malla, Margarita Beliza, Néstor Herrera, Nancy Álvarez, Daniel González, Eduardo Petralia, Marcelo Ballesio, Rafaela Savigliano, Paula Luján, Lautaro Quinteros
Fotografía: Florencia Labat, Andrés Perugini
Montaje: Mario Bocchicchio
Música: Agostina Yacosa
Duración: 65 minutos
Año: 2023


5 puntos


DOS PELÍCULAS EN UNA

Por Franco Denápole

(@fdenapole)

El portal nos transporta al norte de la provincia de Buenos Aires, específicamente, a las pequeñas localidades de Iriarte y Germania. El propósito parece ser el de registrar los mitos populares que allí subsisten, a pesar del paso de los años, respecto de una figura misteriosa: Don Rufino Tibaldi. La mayoría de los vecinos lo recuerdan con una mezcla de cariño, admiración y hasta cierto misticismo. El documental explora las creencias de los habitantes de la zona, en las que se hibridan lo católico y lo mágico, lo espiritual y lo terrenal.

Perugini encara este tema dedicándose exclusivamente al testimonio de las personas que lo conocieron. Elige, voluntariamente, no realizar una indagación sobre los hechos verídicos de la vida de Tibaldi sino más bien enfocarse en los modos en los que el mito circula discursivamente e influye en la cosmovisión de una generación que, poco a poco, se va acabando. Esto inaugura otro tema posible para el trabajo de Perugini: el problema de la memoria como forma de construir identidad y del olvido como marca del paso del tiempo.

La propuesta del largometraje implica alternar el testimonio acerca del personaje de Tibaldi, a veces en forma de busto parlante, a veces como voz en off, con otro tipo de registro que va desde el estilo documental/verista hasta ciertos momentos en los que el director se permite un tono más próximo a lo poético. Son estas escenas las que despiertan al espectador de cierto mirar automatizado o letargo en el que, por momentos, entra el largometraje.

Y es que el trabajo de Perugini no termina de aflorar del todo. Queda a medio camino entre la búsqueda de un flujo narrativo a partir de la exploración de la figura de Tibaldi y el deseo de dedicar la cámara al pasar de las horas en los pueblitos de Iriarte y Germania, con sus sonidos y silencios. Ambos registros no terminan de encontrarse: ni se potencian, ni se unifican, ni uno queda subordinado al otro. La sensación es la de una película inconclusa a la que se la rellenó con otra. Y en el camino, sólo se puede desear que el director se hubiera concentrado más en dar mayor protagonismo a su capacidad de generar belleza con sus planos, como aquel muy logrado de los créditos.


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