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Resistencia

Título original: The Creator
Origen: EE.UU. 
Dirección: Gareth Edwards
Guión: Gareth Edwards, Chris Weitz
Intérpretes: John David Washington, Madeleine Yuna Voyles, Gemma Chan, Allison Janney, Ken Watanabe, Sturgill Simpson, Amar Chadha-Patel, Marc Menchaca, Robbie Tann, Ralph Ineson, Michael Esper, Veronica Ngo, Daniel Ray Rodriguez, Rad Pereira, Syd Skidmore, Karen Aldridge
Fotografía: Greig Fraser, Oren Soffer
Montaje: Hank Corwin, Scott Morris, Joe Walker
Música: Hans Zimmer
Duración: 133 minutos
Año: 2023


5 puntos


LAS METÁFORAS ANTES QUE LOS PERSONAJES

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

A Gareth Edwards, director y coguionista de Resistencia -título un tanto ridículo para eludir la traducción del original The creator-, le pasa algo parecido a Christopher Nolan con, por caso, El origen. Es decir, la voluntad por enredarse narrativamente y construir mensajes de tinte político y filosófico se imponen al diseño de los personajes. Aunque claro, eso también le sirve como disfraz para una historia mucho menos compleja de lo que aparenta. Es que ya sabemos que, en estos tiempos, cuanto más solemne temáticamente, rebuscado narrativamente e imponente visualmente, más chances de gustar a un público que necesita sentirse importante al mirar una película.

El relato está situado en un futuro no muy lejano, donde, tras un estallido atómico en la ciudad de Los Ángeles, Occidente ha emprendido una guerra sin cuartel contra la inteligencia artificial, que sin embargo es aceptada e incluso venerada en buena parte del bloque oriental. En ese contexto, Joshua (John David Washington), un ex agente de fuerzas especiales que estuvo infiltrado en las filas enemigas y que todavía está atravesando el duelo por la desaparición de su esposa, es reclutado para hallar un arma secreta desarrollada por el Creador, un elusivo arquitecto que ha desarrollado una misteriosa arma que podría terminar tanto con la guerra como con la humanidad. Sin embargo, esa misión se complicará al extremo, no solo porque esa arma secreta resulta ser un niño con capacidades extraordinarias de manipulación de dispositivos, sino también por los lazos que se irán revelando progresivamente entre ese niño y Joshua.

Casi desde el minuto uno, a Edwards se le notan las ganas de construir alegorías sobre el pasado y el presente de la relación de Estados Unidos (o más bien, buena parte del bloque occidental) con otras culturas. Por más quiera parecer sutil, en Resistencia las referencias a las guerras de Vietnam, Afganistán e Irak son bastante explícitas: desde la brutalidad ejercida por los soldados norteamericanos hasta las mentiras desplegadas por los altos mandos, pasando por los prejuicios y esas instancias de identificación con los que supuestamente son enemigos. A eso hay que agregarle el debate cuasi filosófico entre las perspectivas occidentales y orientales, donde la primera queda inevitablemente muy mal parada y la segunda idealizada. ¿Llega Edwards a decir algo original desde la puesta en escena? Casi nunca, por más que se pretenda original desde las idas y vueltas temporales, y el tono entre solemne y trágico que atraviesa casi toda la narración.

Lo peor es que Edwards, a diferencia de su film anterior, Rogue One, una historia de Star Wars, que trabajaba su pequeña historia desde el recorrido de sus personajes, acá permite que la bajada de línea discursiva someta al conflicto de fondo de su protagonista. Porque, al fin y al cabo, lo que está contando Resistencia es la historia de un tipo que no puede dejar atrás el dolor y la culpa por la pérdida del amor de su vida, y que, forzado por las circunstancias, debe aprender a ser padre a las apuradas. Pero, como el Cobb de El origen, Joshua es arrastrado por las pretensiones temáticas y estéticas del film que protagoniza, pero donde solo termina cumpliendo un rol como engranaje de un guión bastante arbitrario. Y a eso hay que sumarle que, si la trama al comienzo parece dejar algo de espacio a la ambigüedad, a medida que pasan los minutos, se ve en la necesidad de explicar todo lo que pasa, de no dejar ninguna duda sobre qué sucede en la pantalla y qué es lo que piensa el realizador al respecto.

Es cierto que el diseño visual de Resistencia es muy bueno y que es de los pocos films recientes donde los efectos visuales no se notan, a partir de cómo se fusionan con las imágenes casi sin notarse. Pero estamos hablando apenas de un mérito técnico dentro de una película que, por más que recurra a un subrayado constante en su dramatismo, no consigue superar la frialdad, que va de la mano con su pretenciosidad.


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