Título original: Idem
Origen: EE.UU.
Dirección: Wes Anderson
Guión: Wes Anderson, Roman Coppola
Intérpretes: Scarlett Johansson, Tom Hanks, Margot Robbie, Jason Schwartzman, Tilda Swinton, Adrien Brody, Bryan Cranston, Hope Davis, Jeffrey Wright, Liev Schreiber
Fotografía: Robert D. Yeoman
Montaje: Barney Pilling
Música: Alexandre Desplat
Duración: 105 minutos
Año: 2023
6 puntos
BALANCEÁNDOSE EN LOS BORDES
Por Franco Denápole
Vuelve Wes Anderson con su particular universo creativo, plagado de personajes extraños, o mejor dicho extrañados, seres casi humanos, definidos por una cierta incomodidad, una inadecuación a cualquier criterio de normalidad que los marca y los acompaña siempre. Y junto a ellos, un universo ficcional que se rige por reglas únicas y que se mueve por designios misteriosos y caprichosos. Un mundo que no es sino el despliegue de una personalidad, la famosa visión del artista. Esta tal vez sea una de las marcas autorales de Anderson: La incesante proyección de la identidad en la obra; la traslación a la pantalla de aquello que tiene de intransferible la mirada individual, su mirada.
Con este rumbo se desplaza también Asteroid City, una trama ambiciosa desde su estructura narrativa, que cuenta la realización de una obra de teatro acerca de un grupo de niños superdotados que participan en una feria sobre astronomía en un pueblo ficticio en el oeste norteamericano. Anderson cuenta la historia enmarcada y la hace dialogar con su propio marco: A partir de algunas intervenciones de los protagonistas ocurren pequeñas filtraciones de uno de los niveles al otro. Por ejemplo, un actor que reflexiona sobre el papel que interpreta, un narrador que se entromete por error en una escena, un personaje que parece salir de los límites de su mundo ficcional.
Como siempre, Anderson propone una experiencia particular, que no carece de sus dificultades, puesto que el barroquismo de la puesta en escena del director conlleva siempre el peligro de perder al espectador. En sus películas se pone en primer plano el problema del equilibrio entre la obra de arte como expresión personal y como medio de comunicación. Su cine, regido por sus excentricidades y sus antojos exige un espectador dispuesto a aceptar sus lógicas particulares. Más aún en esta última película, en la que la arbitrariedad de los acontecimientos y la extravagante figuración de sus personajes llega a nuevos extremos.
En ese vaivén de encuentros y desencuentros, extrañamientos y fascinaciones, fastidios y asombros, se mueve el espectador del cine de Anderson. En el equilibrio ideal entre lo legible y lo ilegible se deciden sus mejores películas. Asteroid City cae, siento, en un enrarecimiento tal de sus personajes, en una desautomatización tan marcada de la forma en la que reaccionan a lo que acontece, que resulta difícil empatizar con ellos, proyectar algo humano en sus muecas inexpresivas de autómatas insensibles, pero con la capacidad de llorar. De todo esto se deriva que, en efecto, la película en más de una ocasión se vuelve un río demasiado difícil de navegar. No se puede, sin embargo, quitar méritos a la destreza técnica que ya le conocemos al director, la cual da nacimiento en este largometraje a una de las escenas más cautivadoras de su filmografía, esa que nunca falla a la hora de transportarnos a mundos alucinantes.
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