Por Mex Faliero
Tiendo a creer que Ted Lasso y Jimmy, personaje principal de Terapia sin filtro, se podrían cruzar en cualquier momento porque coexisten en un universo donde cierta sensibilidad se mide entre la risa y la emoción. En verdad no es muy original pensar esto porque tanto Ted Lasso, la serie, como Terapia sin filtro son escritas por Brett Goldstein (nuestro querido Roy Kent) y Bill Lawrence, quienes montan interesantes sociedades con los protagonistas de ambas series: Indudablemente Ted Lasso tiene la impronta de las múltiples capas del humor de Jason Sudeikis y Terapia sin filtro esa amabilidad un poco amarga de los personajes de Jason Segel. Ambas series, además, si bien son comedias, no le escapan al drama pero sin nunca caer en excesos. Y tienen una atractiva forma de tomar los conflictos de la vida de frente, para abordarlos con una sensibilidad que es la mirada honesta de la charla fraternal, de los amigos, de los que te pueden decir algo duro pero siempre midiendo lo que van a decir. Casi no hay villanos en estos mundos (bueno, Rupert en Ted Lasso lo es en términos clásicos) pero no por un plan de corrección política, sino porque tampoco hay grandes héroes. Hay gente. En Terapia sin filtro eso se ve de forma mucho más concreta, porque su humor desiste del nivel de absurdo de Ted Lasso y se posa más sobre las situaciones cotidianas o sobre la neurosis de los personajes. Y es que especialmente se centra en la vida de tres terapeutas y su núcleo de amigos y familiares. Jimmy (Jason Segel) quedó viudo y atraviesa el duelo en constante crisis, Gaby (Jessica Williams) viene de una separación y está recomponiendo su corazón con cierta ansiedad y Paul (nos ponemos de pie, Harrison Ford) es un tipo inaccesible, osco, con tendencia a escapar de los conflictos reales mientras es una referencia profesional para todo su entorno. No sólo la química entre los tres es perfecta, sino que los personajes están notablemente escritos en la forma en que se complementan. El conflicto de Terapia sin filtro es básicamente aquello que ocultamos, pero que se mantiene intacto y a punto de explotar. Y Goldstein, Lawrence y Segel tienen el pulso para trabajar una comedia de medio tono, que nunca parece explotar, pero que constituye el hilo que une a todos los personajes. En el fondo, y esto es muy propio de las criaturas que ha sabido construir Segel, lo que unifica todo es el patetismo de situaciones a las que los personajes llegan queriendo escapar de la responsabilidad de enfrentar el dolor. Tal vez lo que le falte a Terapia sin filtro sea un trabajo más sofisticado desde la dirección, que es apenas correcta y sin sacarle brillo a las situaciones desde la puesta en escena, salvo en el capítulo Imposter syndrome donde una fiesta en la casa de Jimmy va construyendo un clima que obviamente estallará hacia el final. También Terapia sin filtro parece de esas series que en su primera temporada construyen un universo que logra explotar luego. Por lo tanto esperamos con ansias la segunda temporada.
NdR: Los 10 episodios de la primera temporada están disponibles en AppleTV+. La serie tiene segunda temporada confirmada.
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