Por Mex Faliero
NdR: Este texto contiene spoilers.
Hacía mucho que no me reía tanto con un episodio de Barry. Cuando apenas falta un capítulo, evidentemente Bill Hader recordó que esto comenzó como una comedia y nos brindó una serie de secuencias magistrales e hilarantes, antes de -imaginamos- lo que será un final a pura sangre. A nice meal tuvo tres momentos notables, de esos que demuestran la virtud de esta serie que mezcla sin problemas mafiosos extranjeros, asesinos a sueldo, dilemas psicológicos y existenciales, violencia, humor absurdo y hasta horror psicológico, con una puesta en escena muy sofisticada. El primero de esos pasajes tuvo a NoHo Hank (Anthony Carrigan) contratando a un grupo de cuatro mercenarios para cargarse a Fuches (Stephen Root), acción que no salió como se esperaba: A las horas, NoHo recibió en su oficina un envío de Fuches con cuatro cajas manchadas de sangre. Claramente, eran las cabezas de los mercenarios, pero Hank revisó las cuatro cajas para corroborar. Grotesco. Esto derivó a la guarida de Fuches, donde se debatieron acerca de la violencia extrema de la vida criminal y las formas de que su novia y la hija de esta no se espanten ante tanta sangre: Los asesinos apostaron a subir el volumen del televisor, a poner Rápidos y furiosos a tope para que no se escuchen los alaridos de las víctimas, pero también discutieron sobre el valor de la saga de Vin Diesel. Absurdamente maravilloso. Entonces NoHo se fue hasta la guarida de Fuches para volarla con un misil, pero tras fallar en el intento como el Coyote con el Correcaminos, descubrió que la reducción de presupuesto le impidió tener otro misil. Toda filmada en un plano y aprovechando genialmente la profundidad de campo, la escena culminó con Hank escapando y siendo baleado, mientras caía por una colina y sus gritos se escuchaban a través del teléfono de Fuches. Me hizo acordar a aquel episodio en el que Homero cae por un barranco y se golpea con todas las piedras. Todo este nivel de absurdo, por otra parte, fue el telón de fondo para la historia de Barry (Heder), que fue en este episodio casi un personaje de reparto. Jim Moss (Robert Wisdom) torturó al killer, que ante lo extremo de la situación terminó contando una infidencia, que le había mandado dinero a Gene Cousineau (Henry Winkler) para, de alguna manera, disculparse, dinero que el profesor de teatro nunca había confesado recibir ante los investigadores. Eso motivó un cambio en la actitud de Moss, por lo que fue contra el profesor de teatro. El engaño hacia Gene también tuvo instancias desopilantes, con un falso productor de Hollywood siendo parte del engaño de Moss para hacerlo confesar, haciéndole creer que la película sobre el caso Berkman lo tendría a él interpretado por Daniel Day Lewis. Obviamente, el ego de Cousineau se hinchó. A nice meal fue atando cabos hasta reunir todas las piezas que estaban disueltas luego de la elipsis de ocho años: Lo que faltaba era que Sally (Sarah Goldberg) cayera bajo las garras de la mafia chechena, lo que terminó obrando como reacción final para Barry, que logró escapar de las ataduras de Moss. Así las cosas, Moss ahora parece ir sobre Cousineau, mientras Barry parece querer vengar a HoNo tras el secuestro de Sall y su hijo. Y Fuches, que es una incógnita, prometiendo venganza contra todos. A nice meal fue una gran episodio, aunque algunas situaciones lucieron un poco traídas de los pelos (la llegada de Sally a la casa de Gene) y otras muestran un cambio de tono que a veces es molesto (HoNo pasa de estúpido a villano terrible de una escena a la otra). Si todo esto funciona es porque Hader ha construido un producto que se sostiene a fuerza de lo imprevisible. En ese terreno, todo puede pasar. Esperamos el último episodio para sorprendernos. Lo único que podemos intuir es que correrá sangre.
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