Por Santiago González
«Los eucaliptus».
Uno de los aspectos más interesantes y valiosos del BAFICI siempre han sido las secciones dedicadas a los cortometrajes. No sólo por una cuestión de tiempo (ver cinco cortos a veces equivale a ver una largometraje de casi noventa minutos) sino que muchas veces en esa duración corta se encuentran directores con ideas concretas que aprovechan el espacio para desarrollarla. En la Competencia Oficial Argentina el nivel fue en general parejo, habiendo como suele pasar algunos destacados.
En Boy de Nacho Sesma y Nicolás Goldschmidt la cámara sigue a un trabajador sexual. No hay una mirada prejuiciosa ni crítica sobre su vida y su trabajo. Simplemente trabajar por un sueldo. Podría criticársele que el acercamiento es frío pero en la idea de sólo registrar su vida, a lo que también se le suman algunas conversaciones entre verdaderos trabajadores sexuales, se encuentra su potencial. En menos de veinte minutos los directores dieron un pantallazo de lo que es aquel trabajo sin miramientos morales y en eso radica su belleza.
Somos las dos recibió el aplauso del público y fue una de las favoritas. Se trata de una historia de dos amigas que esperan a un hombre una noche. Bien vestidas, elegantes las dos amigas pasan por distintos estados mentales. Emilia Herbst, su directora, trabaja los contrastes, el rojo y el azul predominan. Una es rubia, la otra morocha. El trabajo de las actrices Valeria Lois y Lorena Vega es espectacular al pasar de un registro a otro.
Los eucaliptus es una fiesta. Pensada y filmada durante la pandemia. Los eucaliptus es un edificio en donde vive su protagonista. Un edificio con una historia creado por un arquitecto que luego creó unas sillas que se pueden ver en muchas películas a lo largo de la historia, hasta llegar a Hitchcock. A partir del descubrimiento de una caja fuerte y en base a la banda sonora y algunas secuencias de Vértigo (1958), Nicolás Suárez e Ignacio Ragone desatan su cinefilia y consiguen en base al humor que el misterio por lo que hay en esa caja nos intrigue, pero el resultado es lo menos importante, lo valioso es ese camino histórico por el cine.
El último es un cortometraje tucumano realizado por Ezequiel Martínez Marinaro que explora las consecuencias del machismo. Esa pelea entre ver quién es más fuerte sólo puede llevar a la tragedia. El cortometraje que cuenta con una puesta en escena natural, lejos de los artificios de los géneros, va instalando una incomodad en el espectador. Todo es tranquilo, se siente una violencia reprimida entre esos únicos tres personajes lo que conlleva a un último plano donde se resuelve todo de forma paciente y no tan sorpresiva, pero sí coherente. Estábamos esperando que ocurriera una tragedia.
Feliz Navidad es un ataque a los sentidos. Dirigido por Jennifer Moule, este cortometraje sigue una fiesta en donde todos los actores llevan máscaras grotescas y donde la banda sonora cambia arbitrariamente. Se trata, según su directora, de un cortometraje improvisado pero en esa improvisación se encuentra la originalidad y la frescura. Es también un cortometraje perturbador debido a esas máscaras y en los movimientos extraños que hacen sus personajes, pero a la vez no podemos quitar los ojos en toda esa extrañeza.
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