Por Mex Faliero
NdR: Este texto contiene spoilers.
You’re charming, el tercero de la cuarta temporada de Barry, regresó a las fuentes y fue un gran capítulo, de los mejores. Dirigido, como toda esta temporada, por Bill Hader, dejo atrás los flirteos con lo onírico y la densidad psicológica para retomar el camino de la comedia absurda que fue lo que distinguió a la serie durante sus dos primeras temporadas, lo que no quiere decir que no haya habido situaciones dramáticas o intensas. Pero cada subtrama se preocupó por encontrar algún camino hacia lo imprevisible, lo inusitado, como en la invasión a la casa del periodista Lon O’Neil (Patrick Fischler) emprendida por Gene Cousineau (Henry Winkler) y Tom Posorro (Fred Melamed). Un paso de comedia a lo Abbott y Costello. Finalmente Barry (Heder) comenzó a colaborar con el FBI y entregó a todo el circuito mafioso con el que estuvo trabajando, mientras Fuches (Stephen Root) lidia con sus sentimientos contrapuestos, y NoHo Hank (Anthony Carrigan) y Cristóbal (Michael Irby) ponen en marcha el plan para eliminar al killer. Desprendida de todo esto, aunque un poco aturdida todavía, Sally (Sarah Goldberg) se dedica a dar clases de teatro con un espíritu que evidencia el monstruo que lleva adentro. Precisamente la serie ha dado un paso adelante hacia esa idea de que el monstruo no es tanto el monstruo, o que todos lo son un poco. Y entre los monstruos sobresale Jim Moss (Robert Wisdom), un personaje que se ha vuelto temible y que parece ser el principal villano a vencer. Es tan temible que, por ejemplo, puede torturar a alguien hasta hacerle hablar alemán por primera vez en su vida (?). El capítulo contó con dos cameos distinguidos: el primero fue el de Guillermo del Toro como un refinado mafioso llamado “El Toro” y el segundo, e hilarante, de Fred Armisen. Armisen es un viejo compinche de Hader en el SNL! y acá es fundamental en la última y gran secuencia del capítulo, donde se imbrican las cualidades dramáticas y cómicas, pero también el estupendo trabajo de puesta en escena para exponer la violencia. A Armisen le alcanza sólo con el rostro para generar una carcajada sonora en el espectador. El final, además, parece que acelera narrativamente a Barry y la lleva a lo que será el último viaje del personaje: aparentemente escapó de la cárcel e irá por su venganza. Quién ganará la batalla, no se sabe. Eso es lo divertido de esta alocada e imprevisible serie.
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