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Tenemos un fantasma

Título original: We have a ghost
Origen: EE.UU. 
Dirección: Christopher Landon
Guión: Christopher Landon, basado en la historia corta de Geoff Manaugh
Intérpretes: Jahi Di’Allo Winston, David Harbour, Anthony Mackie, Erica Ash, Niles Fitch, Isabella Russo, Tig Notaro, Tom Bower, Sean Boyd, Nicholas X. Parsons, Steve Coulter, Scott A. Martin, Jennifer Coolidge, Peggy Walton-Walker
Fotografía: Marc Spicer
Montaje: Ben Baudhuin
Música: Bear McCreary
Duración: 126 minutos
Año: 2023
Plataforma: Netflix


5 puntos


UNA MIXTURA DE GÉNEROS DEMASIADO TÍMIDA

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Christopher Landon había conseguido con las dos entregas de Feliz día de tu muerte y Freaky: este cuerpo está para matar un puñado de películas interesantes, aún con sus fallas. Eran relatos con moldes bien explícitos y ya conocidos, pero reformulados de formas bastante atractivas. Sin embargo, con Tenemos un fantasma, por más que realiza una operación similar, está lejos de conseguir resultados igual de estimulantes.

Buena parte de la premisa de la película está en su título. El relato, basado en una historia corta de Geoff Manaugh, se centra en una familia que arriba a una casa a la que acaban de comprar por un precio muy conveniente. Quizás demasiado conveniente: es que allí habita un fantasma (David Harbour) cuyo pasado es tan misterioso como turbio. Esa alma en pena desarrollará una amistad impensada con Kevin (Jahi Di’Allo Winston), el hijo menor de la familia, y, cuando se conozca de su existencia, se convertirán en una sensación viral, con millones de personas pendientes del fenómeno. Sin embargo, esa súbita fama los pondrá a todos en el radar de una agencia secreta del gobierno y, por ende, en un peligro cierto y concreto.

Hay bastante en el film de El fantasma de Canterville -ese genial cuento de Oscar Wilde que daba vuelta como una media las narraciones de horror sobrenatural desde la comedia-, pero incorporando también algunos elementos propios del policial. Pero no solo eso: el foco esencial de la historia está en esa amistad entre el fantasma y Kevin, y en el conflictivo vínculo de este último con Frank (Anthony Mackie), su padre, que está marcado por diversos malentendidos, desencuentros y resentimientos. En el fondo, más que una comedia o un policial sobrenatural, Tenemos un fantasma es un relato de amistad y aprendizaje paterno-filial, de crecimiento y de gente tratando de entender a los otros y a sí mismos.

Claro que esa combinación de elementos, tonalidades y géneros nunca encuentran un equilibrio apropiado, donde puedan retroalimentarse de forma potente y a la vez armoniosa. Todo parece narrado a medias y/o a los apurones, por más que el metraje supera las dos horas, repitiendo un defecto -a esta altura, ya crónico- de buena parte de las producciones hollywoodenses, cada vez más largas e insustanciales. Eso se da en buena medida porque Landon parece más preocupado por el diseño visual y por encontrar momentos para tirar chistes o reflexiones un tanto solemnes, sin un criterio unificador. Así, la película avanza a los tropezones, desplegando tramas y subtramas de forma casi administrativa y sin la sensibilidad que requiere el relato.

De ahí que Tenemos un fantasma, por más que poseía unos cuantos elementos a priori prometedores, se queda muy lejos de poder explotarlos a fondo. En el medio, desperdicia un elenco importante: si Harbour sale relativamente bien parado, no puede decirse lo mismo respecto a Mackie o Tig Notaro. En cuanto a Jennifer Coolidge, repite su rol habitual hasta caer en lo insoportable. A Landon, esta vez, le faltó vocación por la vocación y el riesgo, en un film demasiado tímido.


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