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Recapitulación de The Mandalorian: The Mines of Mandalore

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Ya de forma decidida, The Mandalorian se adentró en el viaje personal de Din Djarin, quien retorna a su planeta de origen, donde encuentra algunas respuestas, algunas de ellas esperanzadoras, pero también desalentadoras. The Mines of Mandalore se permite, también, profundizar en la historia -que suele confundirse con la mitología- de los mandalorianos, y para eso le toma prestado unos cuantos elementos a la saga de El Señor de los Anillos. Quizás demasiado, porque el paisaje y la situación actual de las Minas de Mandalore nos recuerdan mucho a los eventos que tuvieron lugar en las Minas de Moria, incluso desde los personajes y criaturas que aparecen vinculados. Pero lo cierto es que este episodio, dirigido por Rachel Morrison, fluye de forma muy efectiva, con una narración que pone en crisis el carácter heroico y resolutivo del protagonista. En verdad, los héroes del relato terminan siendo Grogu y Bo-Katan, que con distintas acciones les dan una mano a Din Djarin en los momentos adecuados para que pueda seguir adelante con su misión. El primero acompañándolo hasta las Minas y, cuando Din Djarin es capturado por un extraño monstruo -mitad mecánico, mitad orgánico, un adefesio ciertamente atemorizante desde sus movimientos y motivaciones difusos-, escapando hábilmente y yendo a buscar ayuda. La segunda, apresurándose a ir al rescate de Din Djarin y exhibiendo una habilidad notable en la lucha para salvarle la vida, no una, sino dos veces. De hecho, podríamos decir que, en gran medida, Bo-Katan es la verdadera protagonista de The Mines of Mandalore, a partir de cómo la narración le da espacio para que en un par de secuencias ella explicite su pasado de heredera al trono, cuando el planeta estaba en su esplendor y los mandalorianos no estaban dispersos. De ahí que el capítulo alterna entre atmósferas de mayormente gran tensión y otras donde surge una palpable melancolía por un pasado épico y brillante que ha quedado olvidado y escondido tras las huellas de la destrucción. Incluso esto da para pensar en cómo la serie, a lo largo de todo su desarrollo, ha dejado en claro que el triunfo de la República por sobre el Imperio no ha traído grandes cambios para los diversos personajes que habitan en ella. Si la demostración de que Mandalore es todavía un planeta habitable y que Din Djarin puede redimirse en las aguas sagradas de las Minas llama al optimismo, lo cierto es que la última secuencia, donde se brinda un pequeño vistazo a una criatura gigantesca y temible que habita en las profundidades, deja en claro que no todo es tan simple. Quizás, como la leyenda sostiene, el planeta está maldito y la verdadera misión de Din Djarin sea contribuir a romper con esa maldición.


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