Por Mex Faliero
NdR: Este texto contiene spoilers.
Y en su segundo episodio de la temporada, Ted Lasso ya nos convenció. Lejos del agotamiento, la serie protagonizada por Jason Sudeikis sigue sacando conejos de la galera, o para ser futboleros, sigue mostrando recursos. (I don’t want to go to) Chelsea, que fue un grandísimo capítulo, estuvo centrado fundamentalmente en la figura de Roy Kent (Brett Goldstein), nuestro ogro favorito, un personaje con una variedad de gruñidos para cada emoción. Lo que motivó su protagonismo fue la presencia del periodista Trent Crimm (James Lance) en la intimidad del Richmond para escribir un libro sobre la temporada. Roy lo odia y les impide a los demás hablar con él. Es un odio que suponemos, pero no imaginamos en toda su dimensión, la cual no tardará en aparecer. Lo que deriva en una de las mayores virtudes de la serie: apuntalar la tensión en una situación, para descomprimir con una gambeta que nos corre de lo previsible y lo miserable para profundizar en un tono amable y sincero en el que los personajes se desnudan emocionalmente. Es lo que hace Roy en este episodio, y tenemos que decir que los episodios centrados en su figura son posiblemente los mejores de Ted Lasso. Ese fue el micro-conflicto de este episodio, mientras el centro de la atención, eso que acelera la trama, se la llevó la presencia de un nuevo personaje, Zava (Maximilian Osinski), un Zlatan Ibrahimović apenas disimulado, aparentemente un talentosísimo jugador que abandonó la Juventus y coquetea con algún equipo de la Premier League. Esto nos devolvió a la Rebecca (Hannah Waddingham) más impulsiva, que es la que aparece cuando acecha la figura de su ex, Rupert Mannion (Anthony Head). Con grandísimos momentos de comedia (todo lo que rodea a la ruptura entre Roy y Keeley Jones; “¿Qué es un CD?”) y deportivos (¡Dani Rojas hizo un gol con la cara!), (I don’t want to go to) Chelsea -estupendamente escrito- es uno de esos episodios que se inscribe ya entre lo mejor de la serie.
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