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Resúmenes del año: El staff de Funcinema y lo destacado de 2022

El staff de Funcinema elaboró una serie de resúmenes con lo que, a juzgar para cada uno, es lo más destacado del 2022 que se está yendo. Hay textos introspectivos que mezclan la realidad con la ficción de la serie The capture; hay quien venera El oso  y no puede dejar de pensar en la pérdida; Licorice Pizza nos recuerda el ridículo de la cancelación; se celebra el poder del cine en el cine con Avatar: El camino del agua y Top Gun: Maverick; nos emocionamos con la épica deportiva de Garra; nos subyugamos con la violencia de El hombre del norte y House of the dragon; disfrutamos el riesgo de Better call Saul en su último episodio, Saul gone; y no dejamos de pensar en Tom Cruise como el héroe necesario entre tanta batalla perdida.

Así fue el 2022 para el equipo de Funcinema. Que tengan un gran año. La seguimos en 2023 porque siempre habrá películas y series de las cuales hablar.


LA CONSPIRACIÓN

Por Gabriel Piquet

(@gpcinema04)

Faltan solo unos metros, solo unos pasos para llegar a la puerta del edificio. Parado en la puerta, miro sobre mi hombro, solo pasa una bolsa de plástico que vuela a nivel calle. Saco la llave, estoy algo nervioso, se me caen al piso. Me doy vuelta, la cámara de vigilancia que está puesta sobre el semáforo de la esquina parece moverse, es manipulada. Ese ojo plástico se me queda mirando fijo. Levanto las llaves e ingreso. En el ascensor no me observa nadie, eso creo, saco mi teléfono móvil y tengo un recordatorio para ver la serie The Capture. Entro en el departamento, dejo sobre la mesada las compras, veo que olvidé algo fundamental, no tengo mayonesa. Cómo acompañaré esos seductores sándwiches de jamón cocido y queso. Quiero usar la aplicación para pedir que me traigan la salsa, no funciona. Mientras enciendo la notebook, prendo la tv, mi pendrive tiene el capítulo preparado. Ingreso a buscar alguna página en la red, aplicación o empresa de delivery que me traiga el aderezo. Abro en una ventana, no consigo lo que quiero, voy sumando más ventanas, tengo abiertas tantas que mi cabeza no puede asimilar tanta información. Me doy cuenta que me parezco a la directora de ese documental que vi en un festival, Filme Particular. La película comienza con una cinta de 19 minutos que muestra lo que parecen ser unas vacaciones familiares en Sudáfrica, la realizadora investiga en Internet, termina descubriendo muchas cosas. Tantas cosas como lo que voy averiguando de este producto, siento temor por lo que estoy comiendo, por alguno de los procesos que llevan a que ese producto termine en mi boca. Levanto la vista y el político que interpreta Paapa Essiedu, está cada vez más paranoico en la segunda temporada de The Capture. La serie se mete con el tema de las fake news, la desinformación y el uso de algoritmos para la elección de todo. En la pantalla de la notebook me aparecen miles de carteles que me van diciendo, que si consulto por tal empresa o producto, seguramente me interesará este otro, señoritas muy simpáticas me saludan por mi nombre y me invitan a sus casas porque aseguran estar cerca de donde estoy viviendo, la música que me gusta comienza a sonar en una de las ventanas que tengo abierta, es porque me la recomienda alguien que dice saber mis gustos. Vuelvo a mirar el tv, falta muy poco para que termine el capítulo. En la escena, el personaje de Paapa, que se llama Isaac Turner, se está bañando, alguien lo llama desde el portero visor, cuando atiende, descubre azorado que el que le habla desde la puerta de su edificio es… Un cartel grande con letras de una agencia de inteligencia me aparece en una de las pantallas que abrí en la notebook, me dice que saben mi ubicación, que tienen el IP de mi computadora, que no haga nada porque me están mirando. Cierro todas las ventanas que abrí y apago la notebook. En el preciso instante que estoy haciendo eso, suena el timbre de mi departamento. Me acerco a la puerta, pongo mi ojo en la mirilla. Del otro lado, un hombre vestido de traje con un frasco de mayonesa en la mano. Está de espaldas, gira lentamente, se queda mirándome por la mirilla de la puerta. Es como si estuviera mirándome a un espejo, estoy parado ahí afuera con el frasco en la mano. Me volví loco, no lo sé. Solo escucho que mi doppelganger me dice: “Le trajimos su pedido, como nos indicó el algoritmo”.


VIAJE DEL MIEDO

Por Marcos Ojea

(@OjeaMarcos)

De la misma manera que algunas canciones del disco El número imperfecto, de Catupecu Machu, se resignificaron después del accidente del bajista, hubo una canción posterior de la banda que cobró para mí especial trascendencia luego de la pérdida de mis viejos. Recuerdo escuchar Viaje del miedo y considerarla incluso menor, hasta que años más tarde me tocó formar parte de la travesía hacia ese lugar de desconcierto y terror que suele representar un duelo. Un miedo que se vive, en muchos casos, acorralado por la cotidianeidad: hay que seguir trabajando, pagando deudas, relacionándose, tratando de resolver el día a día. Una de las mejores transposiciones a la pantalla que vi de esto ocurrió este año, con la serie El oso; la historia de un chef de la haute cuisine neoyorquina que, tras el suicidio de su hermano, debe hacerse cargo de un pequeño local de sándwiches en Chicago. Si bien lo primero que salta a la vista es una ficción notable sobre los entretelones del mundo de las cocinas, la serie creada por Christopher Storer va desgajando niveles (sobre todo relacionados a la fricción entre lo humano y lo laboral, con un grupo increíble de personajes) hasta llegar a la médula del relato, la raíz dolorosa y latiente: la muerte de un ser querido. Y lo que ya dijimos, el duelo atravesado por lo absurdo, lo que no tiene explicación, mientras las facturas por pagar se acumulan y los clientes esperan ansiosos en la puerta. Pero no solo en este retrato acierta El oso, sino también en lo que hace con el dolor; en lugar de enrostrarlo en la cara del espectador y de regodearse en la miseria, se permite hacia el final una nota de optimismo. Esa sensación efímera, pero importante, de que quizás todo va a mejorar. Y en ese plan nos regala un último capítulo bellísimo y duro, con dos miradas en los últimos planos que nos parten en mil pedazos. No me quedan dudas de que es la mejor serie del año.


EL AÑO QUE QUISIERON CANCELAR A PAUL THOMAS ANDERSON

Por Patricio Beltrami
(@Pato_Beltrami)

Licorice Pizza es una de esas películas que se disfrutan sonriendo de principio a fin. Esa tarde éramos diez personas en la sala y la primera reacción en la que todos coincidimos fue reír a carcajadas con Jerry Flick, interpretado por John Michael Higgins. Este gastronómico aparece en dos secuencias junto a sus respectivas parejas, dos japonesas que no hablan inglés. A manera de intérprete, Flick traduce las conversaciones con frases en inglés pero con un exagerado acento, inflexiones y gestos de lo que él considera nipón. Ante la desaprobación de las mujeres y la incomodidad de los interlocutores, Flick queda en ridículo a partir de su accionar bizarro, desubicado y patético. En esto hay mucho de Michael Scott e, incluso, sobrevuela un aire a los deformes personajes de los universos de Adam Sandler y Will Ferrell. Pero insólitamente numerosas personas sin capacidad de lectura más allá de la superficie intentaron cancelar a Paul Thomas Anderson porque creyeron que se burlaba de las mujeres asiáticas inmigrantes (cuando esa gente vea el episodio Diversity Day de The Office les explota la cabeza). Con altura, Anderson desestimó las acusaciones y, lógicamente, la polémica quedó en la nada. El año que quisieron cancelar a Paul Thomas Anderson será recordado por el estreno de Licorice Pizza, por la maravillosa historia de amor de Alana y Gary con sus corridas y desbordes de pasión y juventud, y por las sonrisas que nos arrancaron desde la primera escena.


MÁS VIVO QUE NUNCA

Por Martín Philippi

(@martinphilippi)

Siendo alguien al que le resulta imposible mencionar menos de veinte títulos cada vez que se le pregunta por su película predilecta, elegir la mejor del año supone casi un suplicio. Para facilitarme esta tarea -y de algún modo celebrar el regreso al hábitat natural cinéfilo- decidí contemplar únicamente films visionados en salas, ergo, queda fuera de competencia aquella coproducción entre varios países rodada en Qatar y protagonizada por puñado de argentinos, que era la gran candidata a quedarse con esta estatuilla de dudoso prestigio. Con filtro y todo, el cometido se volvió arduo. Y no es que 2022 haya sido un año excepcional en términos de estrenos (harto lejos estuvo), sino que existió un díptico que suscitó en mí un interés desmedido; quienes hayan leído mi ranking personal advertirán que hago referencia a Avatar: El camino del agua y a Top Gun: Maverick. Dudo sea pertinente escoger una por sobre la otra, pero, porque nobleza obliga, debo destacar la grata sorpresa que me supuso TGM (quizás esto justifique su debatible primer puesto), la cual ingresa sin escalas al elíseo de secuelas que superan a su predecesora. De Cameron y de Avatar qué decir; una obra maestra la de 2009 y una obra maestra la de ahora. A la altura de las circunstancias, como era de esperar. Al que sí le podemos atribuir esta victoria es al cine, que, pese al vaticinio de los pesimistas, demuestra estar más vivo que nunca, y lo seguirá estando en tanto existan realizadores como Cameron y Kosinski que ven en la sala de cine un espacio sacro de encuentro y deleite.


HONESTIDAD, COHRENCIA Y GARRA

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Hay una escena clave de Garra donde el cazatalentos que interpreta Adam Sandler le pregunta a su discípulo (y potencial estrella del básquet) “¿vos amás este juego?”. Luego de esa pregunta viene un monólogo que incluye la siguiente -y poderosa- sentencia: “La obsesión le va a ganar al talento siempre”. Es la clásica secuencia que viene luego de un traspié, cuando las chances de lograr el objetivo (en este caso, llegar a la NBA) están en duda y el desánimo amenaza con imponerse, pero donde, a la vez, se sientan las bases de la épica dentro del género deportivo. Y es un pasaje en la película construido con el convencimiento que surge de saber que se está contando la misma historia de siempre, pero que aun así ese cuento puede ser narrado como si fuera algo novedoso, porque siempre puede haber un elemento que lo haga parecer original. Es que, al fin y al cabo, Garra es un film consciente de que debe lidiar con tiempos cínicos y hasta misántropos, y que el terreno del deporte es uno de los pocos donde todavía puede prevalecer la esperanza y la justicia. Y claro, el laburo puro y duro, aun imponiéndose a la trampa y la mala leche, que puede ir de la mano de un talento maleable y comprometido como el de Sandler. Garra es el cine honesto, esforzado y coherente, ese que apareció a cuentagotas este año y que necesitamos más que nunca.


EL ENCANTO DE LA VIOLENCIA

Por Franco Denápole

(@fdenapole)

Destacan para mí este año tanto en el rubro de los largometrajes, como de las series televisivas, dos obras que establecen lazos con la violencia. La primera temporada de House of the dragon, fiel al estilo de Game of thrones, liga la violencia física y la política a partir de una trama que cuestiona sus motivos y las estructuras que las reproducen, pero al mismo tiempo se permite utilizarlas con fines de entretenimiento. El hombre del norte, cuyo logro principal es el establecimiento de una perspectiva o punto de vista otro, ajeno, extraño al del espectador, lo consigue en gran medida gracias al modo en el que elige representar la violencia, alejándose de los lugares comunes de la exploitation o la condena ética tan imperante en el panorama cultural contemporáneo. La cuestión es que, más allá de los argumentos que uno como espectador encuentre para justificar el disfrute de la recreación de la violencia en la pantalla, esta se encuentra más viva que nunca, nos interpela y nos fascina.


RIESGO EN PANTALLA CHICA

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

En su momento escribí sobre Saul gone, el último capítulo de la última temporada de Better call Saul (lo pueden leer acá), por lo que no volveré a hacerlo pero sí a usarlo como norte de este 2022, un año que -debo reconocer- resultó bastante flojo cinematográficamente hablando. Si bien desde hace años que el debate acerca del valor de las series, contraponiéndolo al cine, parece agotado, no deja de haber gente que sigue diciendo con el pecho inflado que no mira series. Como si en ese gesto se definiera su valor de esclarecido total: “No veo series, no caigo en esa trampa, soy superior a la media”. Lo cierto es que pensando de nuevo en Saul gone, pero más aún en la última temporada de Better call Saul, no puedo dejar de pensar en el nivel de riesgo adoptado por Vince Gillign y Peter Gould, y no puedo dejar de ver que es casi un nivel de riesgo inexistente en el cine actual. Y no hablo del cine industrial que se estrena en salas, hay tanto cálculo en ese cine como en el que se hace para festivales. La serie terminó en agosto y ni antes ni después vi algo parecido a ese último capítulo: Una confianza absoluta en el espectador, escapando a las salidas fáciles que un personaje como Saul Goodman ofrecía (algo que no pudo evitar el final de Breaking bad) y, en retribución, un espectador agradecido, aceptando cada una de las inflexiones del relato. Sobre todo en los últimos cuatro episodios, donde la serie se convirtió en otra serie, y muy especialmente en los últimos minutos, rodados casi sin diálogos y a puras miradas. Jimmy y Kim, fumando en silencio cómplice en la cárcel, abrazados por un blanco y negro impoluto, son mi postal favorita de este 2022. Ninguna imagen tuvo más potencia. Y salió de la tele.


EL HÉROE ANTE EL PESIMISMO

Por Matías Gelpi

(@matiasjgelpi)

Si 2020 fue el año del descalabro, 2021 fue el veranito antes de la tormenta. ¿Y 2022? Aquí empezamos a ver las consecuencias. Los taquillazos se redujeron a su mínima expresión, los grandes estudios comenzaron reestructuraciones de contenido y modelo de negocios, y ni hablar del año que tuvo Netflix; el suyo fue un periodo de antipatía total lleno de idas y venidas y aumentos, unos cuantos aumentos. Es innegable el periodo de argentinización que vive el mundo, que ahora es gobernado por algún Alberto Sideral, cuya hegemonía ha sido ratificada por la obtención del título mundial de fútbol. Si este año fuera una de esas películas que nos gustan, una de esas en las que las instituciones fallan y las corporaciones nos oprimen, lo lógico es que nos salve el surgimiento de un héroe, que en el caso de la película de 2022 es, claramente, el hombre-cine Tom Cruise con su Top Gun: Maverick. Cruise, síntesis de las formas clásicas y modernas, último bastión de una era, da un golpe contundente sobre el caos imperante Pero la película de 2022 es una tragedia como Los imperdonables, y sabemos que a pesar de esta última manifestación de clasicismo de Tom, la batalla está perdida.


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