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Mindcage

Título original: Ídem
Origen: EE.UU. 
Dirección: Mauro Borrelli
Guión: Reggie Keyohara III
Intérpretes: John Malkovich, Martin Lawrence, Melissa Roxburgh, Jacob Grodnik, Aiden Turner, Chris Mullinax, Ritchie Montgomery, Jeremy Turner, Cassandra Gava, Neb Chupin, Mark Landon Smith, Robert Knepper
Fotografía: Eric Gustavo Petersen
Montaje: James Kondelik, Franz Königswieser
Música: Leonardo De Bernardini
Duración: 96 minutos
Año: 2022


1 punto


BASTA DE RELACIONES TÓXICAS

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

A esta altura del partido, debo admitir que con el subgénero de thrillers de asesinos seriales tengo algo parecido a una relación tóxica: por más que últimamente son muy pocos los ejemplares realmente buenos, cada vez que sale una película como esas me encuentro tratando de verla. Eso ocurre aún cuando todas las señales que indican que voy a perder tiempo están frente a mí: una parte de mi cerebro me dice, casi a los gritos, “esto va a ser un asco, no lo hagas”, pero otra me susurra “quizás la termines pasando bien”. La segunda siempre gana y los perdedores siempre son mis sentidos, que padecen toda clase de porquerías.

Bueno, ese vínculo dañino tiene un nuevo capítulo con Mindcage, que ya desde el arranque deja en claro que todo lo que podía hacer mal, lo hace aún peor. Es que, claro, todas las señales de peligro estaban ahí, a la vista: empiezan a ocurrir una serie de asesinatos que tienen una perfecta similitud con los perpetrados por un asesino serial al que llamaban El Artista (John Malkovich, en plan “hago como si esto fuera En la línea de fuego o Con Air, total, nadie se va a dar cuenta”), que está en la cárcel. Es entonces que una de las detectives a cargo del caso (Melissa Roxburgh, en plan “hago como si esto fuera Manifiesto, total, nadie se va a dar cuenta”) es enviada a entrevistar al homicida para ver si puede obtener información, a pesar de los temores de su compañero (Martin Lawrence, en plan “hago como si esto fuera Dos policías rebeldes, total, nadie se va a dar cuenta”), que fue uno de los que atrapó al criminal. Obviamente, ese vínculo entre ambas partes traerá más complicaciones de las esperadas (ingenuamente) por la policía.

En la dirección está un tal Mauro Borrelli, cuya puesta en escena pareciera pretender que esto no es un Frankenstein que une elementos de El silencio de los inocentes, Pecados capitales, Copycat – El imitador y hasta Resurrección, sino algo original, total, nadie se va a dar cuenta. Pero no, nos damos cuenta, porque era muy difícil darse cuenta. Enseguida queda en evidencia que el guión de Reggie Keyohara III tiene una sola idea narrativa, que es la de la premisa, y seguramente un montón de storyboards sobre cómo van a estar presentados los cadáveres -quizás lo único interesante visualmente-, pero no mucho más. Eso lleva a que, durante más de una hora, Mindcage gire en falso alrededor de una multitud de lugares comunes y baches de información básica: hay, por ejemplo, una escena donde el personaje de Roxburgh le pregunta a su jefe (Robert Knepper, que también es coproductor ejecutivo, vaya a saberse por qué) cómo fue que atraparon a El Artista en primera instancia y la contestación es “con buen trabajo policíaco, así lo atrapamos”. Dan ganas de entrar unos segundos en la película y preguntar “che, fenómeno, ¿cómo fue ese trabajo policíaco? ¿Qué hicieron para poder atraparlo?”, porque es notorio que nadie sabe cómo demonios fue capturado el asesino.

Pero si toda la trama es endeble a más no poder, no hay ni una atmósfera inquietante y las actuaciones son paupérrimas, todo eso luce llevadero cuando arribamos a los últimos minutos y el film debe resolver su misterio. Ahí, el guión apela a una serie de giros totalmente inverosímiles y finalmente risibles por la solemnidad con que son presentados. Todo es un disparate absoluto y Mindcage ni siquiera se hace cargo, pretendiendo ser seria y trascendente, a pesar de que su estafa al espectador -y al subgénero al cual pertenece- es obvia e innegable. Quizás esto me sirva para terminar con este vínculo tóxico o quizás no. Por ahí le debo pedir un par de sesiones extras al psicólogo.


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