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The old man – Temporada 1

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Podría pensarse a The old man como una combinación de Homeland y la saga Bourne, pasados por el tamiz de la vejez y el peso del pasado. Pero esa definición sería algo limitada: hay un tono en esta serie creada por Robert Levine y Jonathan E. Steinberg que la ubica en un lugar definitivamente distintivo. En buena medida esto está dado por las atmósferas de la novela que sirve de base, pero también por las presencias de Jeff Bridges y John Lithgow, dos intérpretes capaces de transmitir lo que sea desde la corporalidad y la gestualidad. El relato, basado en un libro de Thomas Perry, se centra en Dan Chase (Bridges), un ex agente de la CIA que hace un largo tiempo que vive oculto y fuera del radar de la agencia. Ya bastante envejecido, parece vivir una existencia normal, aunque esta esté atravesada por pesadillas sobre su esposa (que murió de una enfermedad degenerativa) y la distancia de su hija, con quien solo mantiene contacto por teléfono. Ese esquema estalla cuando lo detectan e intentan matarlo, lo que lo obligará a huir, con Harold Harper (Lithgow), un antiguo colega, al mando de la misión que intenta hallarlo. Ambos, a pesar de ser rivales, saben que nada es casualidad y que tras esa operación hay seres poderosos moviendo los hilos. También, que los motivos están relacionados con la labor conjunta que ambos llevaron adelante en Afganistán durante la Guerra Fría, cuando los enemigos eran los soviéticos. Por ende, los dos iniciarán sus propias pesquisas, lo que llevará a revelar una trama de engaños y ocultamientos tanto profesionales como afectivos y políticos. Para desplegar este entramado, la serie apela a un ida y vuelta temporal constante, con flashbacks que actúan piezas un rompecabezas narrativo que va armándose episodio tras episodio. Si algunos diálogos y monólogos incurren en cierta redundancia literaria, la tensión que maneja la puesta en escena -desde la violencia física en momentos puntuales hasta las confrontaciones de posturas entre los personajes- hace que eso quede, por suerte, en un segundo plano. El ritmo será pausado, pero la sensación de inminencia del estallido -ocurra o no eventualmente- es constante. Pero, además, The old man introduce un par de elementos estructurales que enriquecen el planteo inicial: por un lado, un esquema de relaciones donde siempre aparecen los dúos paterno (o materno)-filiales, ya sea mediante padres, madres e hijos, pero también maestros, alumnos, tutores y protegidos. Por otro, tres personajes femeninos (interpretados por Alia Shawkat, Leem Lubany y Amy Brenneman) que alteran por completo un mundo dominado aparentemente por la mirada masculina, hasta el punto incluso de conducir acciones decisivas. Eso lleva a que la inestabilidad que atraviesa a la historia esté dada no tanto por la espectacularidad o marchas y contramarchas del juego del espionaje -aunque hay bastante de eso-, sino por las ambigüedades propias de lo humano. De hecho, podría decirse que, para todos los protagonistas, el dilema central pasa por cómo lidiar con los miedos más profundos, esos que se vinculan con lo que no se conoce -o no se quiere conocer- y con los remordimientos por lo que ya no se puede cambiar. Con actuaciones impecables -lo de Bridges y Lithgow es superlativo, pero también se puede decir lo mismo de Shawkat, Lubany y Brenneman- y una dirección elegante y precisa -fruto de la labor de Jon Watts, Jet Wilkinson, Greg Yaitanes y Zetna Fuentes-, The old man es una de las series indispensables del año. El cierre deja todo abierto para una segunda temporada y las esperanzas son innegablemente altas.

-Los siete episodios de The old man están disponibles en Star+. Ya está confirmada una segunda temporada.


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