Por Mex Faliero
La primera escena de La directora no solo es muy graciosa, sino que además sintetiza en un movimiento las circunstancias que rodean a los personajes y el tema central de esta miniserie de Netflix: Kim (Sandra Oh) se va a convertir finalmente en la titular de su cátedra en la universidad donde trabaja, será la primera mujer (y asiática, para más tildes en el menú de la corrección) en ocupar ese cargo. La vemos ingresando en su despacho y sentándose en el esperado sillón detrás del escritorio (de hecho el título original hace mención ese objeto: The chair), pero cuando lo hace el brazo del mueble cede y ella se cae. Un gag físico que resume un mundo. A partir de ahí, esta miniserie creada por Amanda Peet y Annie Julia Wyman se centrará en las dificultades de Kim para cumplir con los requisitos de ese cargo, pero también con los vericuetos de la vida institucional, entre directivos que desean echar a viejos docentes con pocas concurridas (geniales los veteranos Bob Balaban, Holland Taylor y Ron Crawford) y docentes que no se sienten reconocidos. Pero La directora se mete con otro asunto muy actual (de hecho termina siendo lo central) y que impacta fuertemente en un espacio como el universitario: la corrección política y la cancelación. Bill (el gran Jay Duplass), ex director de la cátedra que ahora lidera Kim, habla de fascismo en el aula y hace, a manera de ejemplo, el saludo hitleriano de brazo elevado. Un alumno lo graba, sacándolo de contexto, y el video se vuelve viral. De ahí, el debate entre el alumnado que exige la expulsión del docente fascista y las autoridades que se balancean entre lo institucional y la necesidad de responder a ese reclamo. En apenas seis episodios de alrededor de media hora, La directora amontona todos estos temas (y hay más), tal vez apurando demasiado algunas cosas (la rebelión de los alumnos se da de forma un poco atropellada). Pero en lo concreto es una de las pocas producciones actuales que se anima a meterse con el ridículo de la cancelación, a mostrar a muchos de esos personajes adoradores de la prohibición como una horda de seres irritantes, y lo hace bien, con inteligencia y humor (el personaje de Duplass es clave en esto), aunque a veces sienta la necesidad de dejar en claro que el fascismo está mal, cosa que ya sabíamos desde hace por lo menos 500 años. Cuando no se olvida de ser una comedia, La directora es una muy buena propuesta para reírse mientras vemos cómo el mundo se va haciendo mierda progresivamente.
–Los seis episodios de La directora están disponibles en la plataforma Netflix.
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