Por Mex Faliero
Con la quinta temporada de Rick y Morty me pasó algo que nunca imaginé que podía llegar a pasarme: en determinado momento me aburrí, la abandoné y decidí retomarla meses después para ver si el viejo espíritu de la serie animada creada por Dan Harmon y Justin Roiland tomaba posesión de mi cuerpo otra vez. Hay algo en la propia estructura de la serie que siempre resultaba un poco agotador, pero la febril imaginación de sus creadores lograba trascenderlo en dosis de humor arremolinado que nos llevaba constantemente al centro: podían jugar con los viajes en el tiempo, con la relación de los personajes, con lo que pasaba en ese universo que creaban de fondo, pero lo importante era la invención constante, de mundos, de criaturas, de humor entre sofisticado y grueso. Ya en la cuarta temporada comenzó a verse un desgaste y en la quinta se hace más presente. No se puede negar que hay capítulos buenísimos, como Rick & Morty’s Thanksploitation Spectacular y una serie de enredos con humanos convertidos en pavos que son Rick y Morty puro, pero progresivamente la serie busca ser cada vez más compleja argumentativamente y ponerse existencialista con el destino de los personajes. El problema principal es que los personajes son poco empáticos, incluido Morty, que a esta altura ya se ha vuelto bastante amargo con sus frustrantes experiencias junto a su abuelo. Y cuando se quiere forzar el dilema de por qué Rick es como es (algo que sobresale en el último episodio de la temporada, Rickmurai Jack), la serie entra en un agujero negro del que le cuesta escapar. No es por volverse seria, sino más bien porque su propio planteo narrativo, su constante apuesta a un humor satírico y cruel, donde nada en el fondo importa (lo que pasa con Jerry, personaje al que maltratan sin demasiado criterio, ya es un poco indignante), la lleva a alejarse lo más posible de los sentimientos. Cuando quiere emocionarnos, por lo tanto, no puede más que generar distancia. Tal vez la síntesis del rumbo que viene tomando la serie sea el episodio Mortyplicity, donde se juega con la idea de que lo real es en verdad un implante de un implante de un implante de un implante… Llega determinado momento en que ese “nada es lo que parece” pasa de lúdico a tedioso. En ese límite de rizar el rizo se encuentra Rick y Morty, serie que ya rizó tanto el rizo que no parece haber mucho por rizar.
–Los diez episodios de la quinta temporada de Ricky y Morty están disponibles en la plataforma HBO Max.
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