Título original: The guilty
Origen: EE.UU.
Dirección: Antoine Fuqua
Guión: Nic Pizzolatto, basado en la película escrita por Gustav Möller y Emil Nygaard Albertsen
Intérpretes: Jake Gyllenhaal, Riley Keough, Peter Sarsgaard, Christina Vidal, Eli Goree, Ethan Hawke, Da’Vine Joy Randolph, Christiana Montoya, David Castañeda, Adrian Martinez, Becky Wu, Bret Eric Porter, Maurice Webster, Beau Knapp, Edi Patterson, Paul Dano, Gillian Zinser, Terence J. Rotolo, Bill Burr, Dillon Lane, Marlene Forte, Aileen Burdock
Fotografía: Maz Makhani
Montaje: Jason Ballantine
Música: Marcelo Zarvos
Duración: 90 minutos
Año: 2021
4 puntos
CULPOSO Y MANIPULADOR
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Hay varios ítems que distinguen a Culpable: remake de una película danesa del 2018, fue filmada en apenas once días durante octubre del 2020, en plena pandemia del coronavirus. Además, alguien cercano al director Antoine Fuqua testeó positivo de covid unos días antes de que comenzara el rodaje, por lo que el realizador se vio obligado a dirigir todo el film desde un camión con monitores, sin pisar el set. A eso hay que sumarle que fue una confluencia de reuniones: por caso, Fuqua trabajó aquí por segunda vez con Jake Gyllenhaal y por cuarta con Ethan Hawke, quien tiene un papel de reparto. Pero ahí se acaban las particularidades para una película que, por más que se pretende innovadora, no deja de ser un conjunto de lugares comunes y manipulaciones bastante predecibles.
Esta producción de Netflix tiene lugar durante el curso de una mañana en un centro de llamadas del 911 de la ciudad de Los Ángeles, que está aquejada por un grave incendio que condiciona todas las operaciones. El relato se centra en un operador en particular, Joe Baylor (Gyllenhaal), quien recibe una llamada de una mujer secuestrada y cuyos hijos también están en grave peligro. Si ya la situación de por sí es extremadamente compleja, se potencia a partir de las propias vivencias de Joe, quien ya no estaba de por sí en un día común y corriente: separado hace un rato largo de su mujer, está bajo investigación por algo que se intuye que puede acabar de una vez y para siempre con su carrera como policía. Todo eso confluirá hasta colocar a Joe al borde del quiebre, tanto emocional como profesional.
No deja de llamar la atención que, a pesar de todas las conflictividades puestas en juego desde la trama, que incluyen un espacio único para todo el relato donde se mueve el protagonista con todas sus tensiones a cuestas, que se suman a una duración muy acotada (apenas noventa minutos), Culpable sea un film con notorios problemas de ritmo. En buena medida eso se da a partir de la remarcación constante del suspenso, que, en vez de potenciarlo, lo termina anulando. A eso hay que agregarle una repetición de recursos argumentales que se agotan rápidamente, dejando en claro que al relato -y la puesta en escena- se le acaban las ideas rápidamente. Para colmo, Gyllenhaal está en su modalidad más intensa, hasta bordear lo insoportable, lo que pone una distancia extra con respecto a lo que se está narrando.
Al guión escrito por Nic Pizzolatto -quien usualmente cae en subrayados, tal como lo prueba su despareja serie True detective– se le nota la desesperación por llegar a los últimos minutos y poder aplicar unas cuantas vueltas de tuerca que sacudan al espectador. Pero esos giros argumentales, que indagan en cuestiones éticas y morales respecto a la labor policial y las repercusiones en el entramado social, no están exentos de una manipulación cuando menos cuestionable. El final cumple con una lógica dramática insinuada desde el principio, pero también indudablemente arbitraria, donde lo que prevalece es el discurso forzadamente culposo. Culpable es una película fuertemente inscripta en esa línea de cine solemne que es el que, lamentablemente, muchas veces se termina llevando las mayores cuotas de prestigio.