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Funcinema

Kate

Título original: Ídem
Origen: EE.UU. 
Dirección: Cedric Nicolas-Troyan
Guión: Umair Aleem
Intérpretes: Mary Elizabeth Winstead, Woody Harrelson, Miku Patricia Martineau, Jun Kunimura, Tadanobu Asano, Michiel Huisman, Miyavi, Mari Yamamoto, Kazuya Tanabe, Cindy Sirinya Bishop, Amelia Crouch, Ava Caryofyllis, Gemma Brooke Allen
Fotografía: Lyle Vincent
Montaje: Sandra Montiel, Elísabet Ronaldsdóttir
Música: Nathan Barr
Duración: 106 minutos
Año: 2021


5 puntos


ESTÁNDAR STREAMING

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Al ver Kate, nos damos cuenta fácilmente que, sin mucho esfuerzo, está por encima de otros films de acción de la vertiente “feminista” contemporánea, como La vieja guardia, Ava, Rogue y Jolt. Pero, a la vez, queda lejos de películas que funcionan como referentes, como El perfecto asesino o Crank: veneno en la sangre. A la vez, es una muestra de cierto nivel habitual que exhibe la maquinaria de producción de Netflix, y hasta del streaming en general, al que le cuesta salir de la medianía.

El film de Cedric Nicolas-Troyan sigue a una asesina profesional con un código de ética que sufre un cimbronazo cuando debe matar a un padre frente a su hija y que planea retirarse de su particular profesión. Sin embargo, descubre que ha sido envenenada y que tiene menos de 24 horas para vengarse de sus enemigos, que integran una facción de la mafia japonesa. En ese lapso, emprenderá una guerra individual sin cuartel y terminará estableciendo, inesperadamente, un vínculo afectivo precisamente con esa niña a la que le mató el padre.

La premisa es entonces una excusa más que pertinente para un recorrido por una Tokio que es puro neón, artificio casi disparatado y, al mismo tiempo, un espacio urbano marcado por la suciedad y la crudeza. También para darle toda la centralidad posible a Mary Elizabeth Winstead, a quien hay que reconocerle que construye una antiheroína consistentemente verosímil. Su Kate tiene momentos de fragilidad pura, de sensibilidad esencialmente femenina, pero también unos cuantos pasajes donde no para despachar enemigos a los tiros, patadas y piñas. En todas las facetas es creíble y eso le permite llevar adelante un relato con constantes cambios de ritmo y tonalidades.

Claro que Kate no llega a abrazar por completo el disparate que insinúa su propuesta y se toma un poco demasiado en serio a sí misma. Nicolas-Troyan no tiene el vuelo creativo como para volcarse a un melodrama trágico y desatado como Luc Besson en sus momentos más lúcidos de El perfecto asesino; o la desfachatez de Mark Neveldine y Brian Taylor en Crank. Por eso la puesta en escena, a pesar de la fisicidad que exhibe, no llega a ser lo suficientemente potente como para captar plenamente la atención del espectador. Eso se agrava por el hecho de que la coprotagonista, esa joven con la que Kate establece un vínculo entre amistoso y maternal, luce forzada en sus actitudes y hasta un tanto insoportable en ciertos pasajes.

Kate es, en el fondo, un pequeño cuento trágico y de redención, pero empaquetado dentro de una trama con intrigas de diversos calibres, unas cuantas traiciones y varias vueltas de tuerca bastante predecibles. Eso se puede ver de forma muy patente en cómo utiliza al personaje de Woody Harrelson, que es más un objeto del guión que un individuo con una historia propia. Aún así, no deja de ser una película efectiva en su propósito pasatista, al cual disfraza con atmósferas quizás demasiado trascendentes e impostadas. Y, al mismo tiempo, es un producto bien hecho pero efímero, como buena parte del catálogo de una plataforma como Netflix. O Amazon Prime Video, o Star+, o Paramount+. Kate podría estar disponible en cualquier servicio de streaming y no habría diferencia.

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