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Auge y caída de Atari

Por Cristian Ariel Mangini

(@Masterzio84)

Modelo de la Atari 2600, emblema de la Segunda Generación de Consolas.

Ya hablamos de ET (1982), el juego maldito que fue injustamente estigmatizado por la crisis de 1983 que afectó no solo a la empresa Atari, sino también a un abanico de consolas de la competencia. La leyenda nos recuerda sin embargo una etapa gloriosa, porque si hay una consola imprescindible para hablar de la segunda generación de consolas, esa es la Atari 2600. Es una consola paradigmática e incluso con frecuencia más recordada que cualquiera de los sistemas de la primera generación por varias razones, pero desafortunadamente también se la recuerda por su estrepitosa caída.

Lanzada al mercado en septiembre de 1977, la Atari 2600 no fue una consola de vanguardia: si bien implicó un paso notable por su poderoso microprocesador, lo cierto es que su avance más significativo, el uso de cartuchos con tecnología ROM, era una creación de la Fairchild Channel F. Pero la consola que inauguró la segunda generación no contaba con el repertorio de juegos de calidad que ofrecía la Atari 2600. Sumado a periféricos más accesibles y un diseño de software que tomaba lo mejor de la Era Dorada de los Arcades -que ya hemos desarrollado y fue contemporánea a esta generación de consolas-, su aparición fue revolucionaria porque sintetizó virtudes y defectos que engloban a esta primera etapa de las consolas hogareñas. Esta es la consola que ha permanecido en el inconsciente colectivo como la tradicional “Atari” y su importancia es tal que en el 2021 un modelo con un diseño semejante fue lanzado al mercado con la posibilidad de jugar una enorme biblioteca de clásicos y títulos de otras empresas. Por supuesto es un homenaje desde el diseño, ya que su microprocesador y el sistema para acceder a los juegos están acordes a la generación actual.

Pero hablamos del repertorio de juegos como un elemento fundamental para comprender el éxito de la consola porque en el ‘77 su catálogo era, comparado con la competencia, mucho más diverso y sólido. Invitaba a la aventura y los universos de ciencia ficción que se veían en el cine, con juegos como el Combat! (1977, Atari), el Indy 500 (1977, Atari) o el Breakout (1977, Atari). Si bien sus ventas eran promisorias, fue desde finales de los ‘70 y comienzos de los ‘80 que el sistema adquirió una enorme popularidad con títulos que también revolucionaron el desarrollo de juegos, al iniciarse el trabajo de estudios externos a Atari. Uno de estos estudios fue Activision, una compañía formada por ex desarrolladores de Atari que deseaba producir otro tipo de juegos, transformándose en el primer estudio independiente. Uno de estos juegos fue Pitfall (1982, Activision), uno de los títulos más sólidos de Atari y uno de los plataformas más emblemáticos, que toma como inspiración al personaje de Indiana Jones. Exito de venta y crítica, es uno de los puntos más altos de la Atari 2600 a pesar de no contar con su exclusividad, sumándose a la adaptación de Space Invaders (Taito, 1980) y Asteroids (Atari, 1981).

Imagen del Pitfall! de Atari 2600, juego fundamental de la Segunda Generación de Consolas.

En este escenario incipiente de desarrolladores también se diseñaron los primeros juegos polémicos. Uno de ellos es el infame Custer’s Revenge (Mystique, 1982), juego pornográfico que dentro de sus limitaciones nos ponía en el lugar de George Custer, un famoso oficial de caballería, que tenía el objetivo de violar a una mujer nativa mientras eludía las flechas que caían a su alrededor. Por desgracia fue la misma controversia lo que disparó las ventas del juego, a pesar de que la compañía no sobrevivió a la crisis de 1983. Pero sin dudas la controversia más memorable está vinculada directamente a la caída de la Atari 2600: una de ellas fue la malograda adaptación de ET, sobre la cual ya hemos profundizado, y la otra es la terrible adaptación del arcade de Pac-Man, que resultó una enorme decepción a pesar de una difusión viral y la declaración de un Día Nacional de Pac Man el 3 de abril (¡!). Los dos juegos salieron en 1982 durante el apogeo de la consola, pero a las numerosas ventas iniciales prosiguió la decepción de miles de devoluciones que impactaron económicamente a Atari. Por supuesto, no fue este el único factor: el mercado de consolas se encontraba saturado de juegos mediocres que atentaron, por la falta de confianza, contra las expectativas de crecimiento de la empresa. Además se encontraba la competencia con sistemas hogareños como la Commodore 64 o la ZX Spectrum, ambos lanzados en 1982, que además de poder reproducir juegos contaban con las posibilidades de las primeras computadoras hogareñas. En síntesis, la caída de la Atari 2600 afectó el desarrollo de la competencia, originando la crisis de 1983 que prácticamente acabo con las consolas hogareñas.

Sin embargo este no fue el final de Atari ni mucho menos. Si bien la empresa sufrió un traspié determinante y no recuperaría nunca la popularidad de estos años, se siguieron editando juegos como por ejemplo el Dig Dug (Namco, 1983) o el tardío e interesante Secret Quest (Axion Corporation, 1989), que tomó inspiración del mítico Legend of Zelda. Sin embargo la empresa Atari ya pertenecía a otras manos y la mayor parte de sus talentos ya habían migrado a otras empresas. En otras partes del mundo otros sistemas como la Colecovision ganaban nuevos jugadores a pesar de que la empresa también fue afectada por la crisis de 1983, pero en el caso de Coleco no volvería al negocio de los videojuegos. También comenzaba a sonar una pequeña empresa que en ese entonces había ganado adeptos en los arcades y populares adaptaciones de Atari y Coleco: Nintendo. Pero esa es una historia para la tercera generación.

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