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Los cazadores del arca perdida (1981)


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CINE DEL MOVIMIENTO

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

La figura de Steven Spielberg genera amores y odios. En Spielberg está tanto el sabio artesano y conocedor indiscutible de las herramientas narrativas clásicas, como el empresario constructor en buena medida del concepto de blockbuster con el que Estados Unidos revitalizó su industria cinematográfica a partir de los setentas, y el artista ambicioso, ese que supo resignar su capacidad para el gran entretenimiento en pos de una mirada más compleja sobre la historia y la cultura popular de su país. Esa zona gris en la que su figura comenzó a transitar a medida que sus ambiciones tomaban poder, y que desde mediados de los 80’s lo convirtió en una referencia conflictiva; conflicto que es tanto exterior, por parte del público y la crítica, como interior: esa fascinación del director por la trascendencia confrontando con sus películas puramente narrativas y placenteras, y cuya lucha más clara se daría el mismo año en que presentó La lista de Schindler y Jurassic Park, es decir (y a simple vista, porque en verdad es todo más complejo) los grandes temas contra el entretenimiento. Pero existe en la carrera de Spielberg una primera parte, que son los setentas y el comienzo de los ochentas, una etapa de consensos (Duel, Tiburón) y donde incluso aquellos que lo desprecian encuentran obras valiosas y ejemplares. Los cazadores del arca perdida es una de esas películas de consenso.

Los cazadores del arca perdida fue en su momento un film innovador, por su carácter revisionista sobre un cine clásico que no estaba tan atrás en el tiempo. Forma parte, claramente, del mismo programa conceptual sobre el que se construía la mitología de Star Wars. Se podría definir a este film de Spielberg como uno de los primeros pasos de una autoconciencia y metalingüística que el cine comenzaba a explorar, especialmente el norteamericano: un ejercicio mucho menos explícito que el que hoy protagoniza, por ejemplo, un Quentin Tarantino. En su auto-imposición como lenguaje universal a partir tanto de una tonalidad narrativa afín pero a la vez bajo el impacto de reglas de mercado bastante cuestionables, el cine norteamericano (y Spielberg es clave en este movimiento) pretendía asumirse como la lengua madre en el marco de una exhibición de cine que se había universalizado como nunca: por eso el homenaje y la cita a los viejos seriales que fueron basales en la cinefilia de tipos como Spielberg o Lucas resulta indispensable para la industria yanqui.

De todos modos es notable ver cómo en una película pensada para el disfrute masivo existía un vínculo indudable con el cine del pasado: aquellos que hacían películas demostraban una educación y un conocimiento audiovisual que hoy es inexistente en los realizadores del cine de gran consumo. De ahí se desprende, también, la presencia de una cinefilia setentosa que no había que buscar sólo en los Bergman, Fellini o Godard, sino también en el mismísimo centro del mainstream hollywoodense.

Pero Los cazadores del arca perdida no sería Los cazadores del arca perdida, ni Spielberg sería Spielberg, si a la par de sus intenciones de entretenimiento intelectual y revisionista, la película no avanzara con la velocidad y la fluidez expositiva de esa roca gigante que persigue a Indiana Jones en el notable prólogo. Indiana Jones es iconicidad, es referencia y cita pero a la vez construye un paradigma audiovisual y narrativo indisimulable: el cine de aventuras reconvertido en gran cine, capaz de exorcizar una historia mientras imprime nuevas leyendas para las generaciones futuras: ahí tenemos a Harrison Ford, sinónimo del héroe. Los que amamos incluso películas más discutidas del director, tenemos que aceptar en definitiva que el mejor Spielberg es este, el que nunca se detiene a pensar y reflexiona desde el movimiento.

Spielberg, cineasta del movimiento, no sólo narrativo sino histórico: una forma de pensar cómo un lenguaje del pasado puede revitalizarse y hacerse indispensable en el presente y en el futuro. Tras sus enormes secuencias de acción y aventuras, Los cazadores del arca perdida buscaba indudablemente la inmortalidad del cine.

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