Por Patricio Beltrami
NdR: Este artículo contiene spoilers.
Durante buena parte de la trayectoria del Universo Cinematográfico Marvel (MCU), los villanos representaron un déficit para una franquicia que ha logrado subir la vara de las producciones del género. Si bien a lo largo de La Saga del Infinito hubo varios buenos antagonistas, aquellos realmente trascendentes resultan escasos. Ante ello, la extensión del MCU a las series posibilitó mejorar ostensiblemente la construcción de los villanos, cuestión que se evidenció en el séptimo episodio de WandaVision. Breaking the fourth wall está centrado en tres grandes crisis: la crisis de Wanda (Elizabeth Olsen) y Vision (Paul Bettany), la de Mónica Rambeau (Teyonah Parris), y el desequilibro interno de la vengadora. Asimismo, el capítulo está influenciado por dos de las sitcoms más emblemáticas de los últimos quince años: Modern family y The office. Incluso, el mockumentary comienza a desarrollarse desde la primera escena, donde la protagonista, superada por los eventos que marcaron el cierre del episodio seis, decide aislarse en su casa a manera de autocastigo, incluso sin preocuparse por el paradero de su pareja. Como ocurría en los primeros programas de WandaVision, la recreación de la estructura y los tonos de la sitcom vuelven a tomar el centro de la escena y, más allá de la progresión narrativa, tienen lugar varias declaraciones y momentos hilarantes durante las confesiones que los personajes realizan a cámara. En esa línea, uno de los grandes méritos de Olsen y Bettany fue haber logrado transmitir la esencia de los Dunphy, Claire (Julie Bowen) y Phil (Ty Burrell), sin haber caído en una copia de los personajes de Modern family. En tanto, mientras Wanda se recluye en su hogar, cede ante la insistencia de Agnes (Kathryn Hanh) y deja que Billy (Julian Hilliard) y Tommy (Jett Klyne) queden al cuidado de su vecina. A su vez, Vision despierta en el circo con plena conciencia sobre su intento de escape del Hex y encuentra a Darcy Lewis (Kat Dennings) transformada en escapista. Después de recobrar la conciencia, la astrofísica aprovecha el interminable viaje hacia Westview no solo para explicarle cuáles son los planes malignos de SWORD, sino que también le narra su complicada historia como si fuera un espectador que nunca había visto las películas de Marvel. Por otra parte, Rambeau descubre sus poderes y, aunque todo apuntaba a que se daría la primera pelea entre superheroínas, finalmente Mónica opta por evitar la confrontación para ganarse la confianza de Wanda y explicarle cuáles son los peligros que existen fuera del Hex. Sin embargo, Agnes oportunamente entra en escena y le otorga asilo a su vecina en la comodidad de su hogar. Lejos de hallar un refugio para su crisis, la tensión comienza a aumentar gradualmente dentro de misteriosa casa. Cuando Wanda baja al sótano para buscar a sus hijos, quienes nunca vuelven a aparecer, descubre que el ambiente no forma parte de su mundo ideal. Entre elementos extraños y un libro encantado, Agnes aprovecha el desconcierto para revelar su verdadera identidad, la bruja Agatha Harkness, y confirma que la vengadora ha estado bajo su control durante todo el tiempo. Acto seguido, el episodio cierra con la consagración de la villana: al estilo de los antagonistas clásicos de Disney, Agatha presenta su canción (influencia de la serie Munsters), donde demuestra cómo ha manipulado la vida de Wanda desde su llegada a la ciudad (y tiene un final tan malvado como maravilloso). Como si fuera poco, las escenas postcréditos vuelven a Marvel para adelantar cuál es el rol de Pietro en este complejo entramado. Breaking the fourth wall brinda respuestas (en parte) a los motivos que llevaron a que Wanda creara el Hex y, además, despeja varios interrogantes vinculados con Agnes que se habían acumulado durante la serie. En ese orden, los mayores méritos están centrados en la gran recreación del estilo falso documental de la sitcom contemporánea y en la construcción de una villana que genera amor y odio en dosis iguales, aprovechando los tiempos de la serie, un interesante guion y la actuación consagratoria de Hahn.