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24 líneas por segundo: el deporte es un arte efímero

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Murió Diego Armando Maradona. Pero no, esta columna no tratará de reconstruir ninguna épica romántica sobre el ídolo popular. Carezco del conocimiento sobre lo “maradoniano” y tampoco Maradona estaba en mi lista de héroes personales. Escribo esto e inmediatamente pienso en lo mucho que puede molestar esta última definición a mucha gente: “¿cómo que eldiego no forma parte de tu lista de héroes?”. Y… la verdad que no. Pero tampoco esta columna es sobre mí y mi relación con lo “maradoniano”. Es en verdad sobre el arte, sobre el deporte como arte y, especialmente, sobre cómo el deporte es un arte exclusivamente del presente. Obviemos esas discusiones estériles sobre quién fue el mejor o definiciones sobre “el mejor de todos los tiempos”, que están bien como algo lúdico pero cuando se vuelven periodismo uno como que duda un poco. Digamos que a mis 42 soy parte de esa generación que de chiquita vio el Mundial 86 y fue clave en la construcción discursiva sobre lo que significa Maradona. Esa es la generación que hoy no puede entender cómo alguien más chico desconoce a Maradona o, mucho peor, prefiere a otros en su lugar. Sin dudas que si uno observa atentamente en la calle la multiplicidad de camisetas de Messi, es imposible que uno se sorprenda ante esta realidad: los ídolos populares del deporte son puro presente generacional. Dentro de 30 años habrá otro y seguramente las gentes de 50 se escandalizarán por lo poco que estos mocosos recordarán a Messi. Si queremos pensar al deporte como un arte, sin dudas que se trata del arte más efímero: es una construcción que se define en el hoy del resultado, en la excitación del juego y en lo imprevisible que sucede allí dentro. Y, para peor, es una fábrica constante de ídolos populares que vienen a romper con el gobierno de los ídolos populares anteriores. Pasa en todas las disciplinas, no solo en el fútbol. De ahí la fricción, que es generacional: este contra aquel. Con el cine, o con cualquier otro arte en verdad (pero este sitio es sobre cine y es lo que nos gusta) esto no sucede. Si a uno le gustan las películas y quiere profundizar en la historia del cine, la retrospectiva está a la mano de cualquiera: uno puede encontrar por ahí a Chaplin, Keaton, Eisenstein, Godard, Ford, Kazan, Monicelli, Welles, Fellini, Kubrick, Fassbinder o el que sea. Ponerlos en perspectiva y descubrir rasgos autorales. ¿Cómo lo hacemos con el deporte? ¿Miramos un resumen de un partido de hace 40 años? ¿Un editado con las mejores jugadas? Si la grandeza de un ídolo del deporte la medimos por las alegrías que le dio a una parte del pueblo ¿cómo puede uno contagiarse de esa alegría del pasado si no le perteneció? Presionar las emociones ajenas es algo peligroso porque lleva a la falsedad. El deporte inhabilita la retrospectiva como no lo hacen el cine, pero tampoco la literatura, la música o la pintura. Es un arte exclusivamente del presente, que de alguna manera niega lo eterno. De ahí que el deportista sufra algo que el resto de los artistas no: el retiro.

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