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La noche que salvamos a mamá

Título original: The sleepover
Origen: EE.UU. 
Dirección: Trish Sie
Guión: Sarah Rotchschild
Intérpretes: Sadie Stanley, Maxwell Simkins, Cree Cicchino, Lucas Jaye, Malin Akerman, Ken Marino, Joe Manganiello, Harry Aspinwall, Enuka Okuma, Erik Griffin, Karla Souza, Calidore Robinson, Matthew Grimaldi, Marissa Carpio, Harry Phan, Joanna Herrington, Jasbir Mann, Enku Gubaie
Fotografía: Conrad W. Hall
Montaje: Jonathan Schwartz
Música: Germaine Franco 
Duración: 100 minutos
Año: 2020


5 puntos


MI MAMÁ ES UNA SÚPER LADRONA

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Hay películas que, para bien y para mal, se pueden describir con una sintética frase. La noche que salvamos a mamá -horrible traducción para The sleepover, que encima anticipa todo lo que sucede- es una de ellas: “es la reversión de Miniespías para Netflix” o “es un directo a DVD de Disney pero en Netflix” servirían bastante. Lo cierto es que este film no deja de ser bastante representativo de un modelo de producción y un signo de los tiempos que corren.

En la película de Trish Sie (que venía de dirigir la quinta parte de Step up y la tercera de Ritmo perfecto) tenemos a dos hermanos (Sadie Stanley y Maxwell Simkins) que descubren que su aparentemente ordinaria madre (Malin Akerman) es en realidad una ex ladrona que está como testigo protegida pero que ha sido secuestrada para realizar un último y gran trabajo. A partir de ahí, acompañados por sus mejores amigos (Cree Cicchino y Lucas Jaye), emprenden un improvisado rescate durante el curso de una noche ciertamente agitada. Si todo esto suena a ya visto es porque lo es: de hecho, hay todo un compendio de lugares comunes, que incluyen a la hija talentosa pero algo introvertida que a cada rato choca con su madre; el hijo algo freak que sobrevive como puede en la escuela y con un mejor amigo aún más freak; el padre despistado pero sensible; la madre que es capaz de patear los traseros de cualquiera que se le cruce; y un largo etcétera.

Cuando el film muestra consciencia de los elementos que despliega y se hace cargo de que no está contando nada nuevo, es cuando le va mejor. Por eso en unos cuantos pasajes funciona indudablemente bien desde la comedia, con los niños descubriendo sus propias habilidades desde la más pura improvisación y el movimiento. Distinto es cuando el relato procura insertar un tono no tan relacionado con las películas de robos como con las de espionaje: allí la película no parece estar a la altura de la apuesta, porque la acción nunca llega a ser realmente atrayente. Algo parecido sucede cuando se pretenden resolver todos los conflictos familiares de manera un tanto apresurada y sin un desarrollo consistente.

Dentro de ese amplio espectro que es el cine familiar, La noche que salvamos a mamá se sostiene con bastante dignidad, aunque rara vez pasa de lo discreto. Si bien muestra algo de lucidez a partir del despliegue cómico de los protagonistas, se deja llevar por la necesidad de recomponer cualquier alteración de forma un tanto atolondrada y desperdiciando el potencial de algunos personajes, como el interpretado por Joe Manganiello. La sensación es que había más potencial para una aventura más entretenida y consistente, pero solo queda un film apenas pasable y fácilmente olvidable.

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