Por Mex Faliero
Rick y Morty están de nuevo entre nosotros. Y cuando digo “están de nuevo” me refiero no solo a que tenemos nuevos capítulos sino a que volvieron con toda la gloria, luego de una primera parte de esta cuarta temporada que me había dejado un poco indiferente, a pesar toda esa secuencia hermosa protagonizada por víboras en el capítulo Rattlestar Ricklactica. Pero The old man and the seat y Claw and Hoarder: Special Ricktim’s Morty son fácilmente lo peor de una serie que nos había acostumbrado a no tener capítulos intrascendentes. Esta segunda parte de temporada arranca muy arriba con Never ricking Morty, capítulo ambientado en un tren que funciona como espacio surrealista donde la serie reflexiona sobre el carácter comercial de las series cuando se suman al proceso de fabricación en serie. Serie sobre series en serie, sí, y en serio. El capítulo es formidable en su construcción de realidades múltiples y porque logra elaborar su tesis de una manera inteligente, asumiendo incluso su propia materia y jugando con lo inmaterial del asunto de una manera creativa. Sin embargo la temporada estalla en The vat of acid episode, un espisodio repleto de grandes ideas de puesta en escena: si el comienzo con los personajes sumergidos en el tanque del título es increíble (hilarante el mafioso reflexivo sobre la muerte), todo lo que sucede después, con Morty usando un dispositivo para reiniciar su vida como en un videojuego alcanza la cima cuando narra sin diálogos una vida posible del personaje. Son esos momentos en los que la serie deja atrás el cinismo y se anima a las emociones, potenciando su carácter más existencialista y melancólico, que lo tiene pero al que no muchas veces se anima. The vat of acid episode es uno de esos episodios que justifican la serie creada por Dan Harmon y Justin Roiland (o a la invención de la animación en sí). Desde ahí, la temporada avanza hacia un último episodio (Star Mort: rickturn of the Jerri) en el que los autores se disponen a jugar con los fan’s y explorar las varias teorías que hay a su alrededor, en este caso centrado en el personaje de Beth y la relación con Rick: de hecho, el final es bastante melancólico con el científico perdiendo centralidad con los demás personajes. Estos cinco capítulos reconfirman a Rick y Morty como una de las mejores series de la actualidad, demostrando que todavía tiene muchas ideas para ofrecer, o para retorcer las ideas que anteriormente arrojó a la cara del espectador con una velocidad inusitada. En definitiva, la serie de Harmon y Roiland sigue siendo una alegre mezcla entre La dimensión desconocida y Futurama (Rick lo reconoce en esta temporada), atravesada por la relectura del cartoon clásico de la generación Cartoon Network en los 90’s. Una oda a la creatividad y la invención, y al humor más grande que la vida.
–La serie es producida por Adultswim y se puede ver por la señal de cable Warner, pero además se puede ver completa en la plataforma Netflix. Hay una quinta temporada en proceso, pero no se sabe cuándo sería emitida ni si se dividirá en dos partes como la actual.