Por Mex Faliero
La semana pasada reflexionábamos en esta columna sobre cómo la crisis generada por la cuarentena ante la pandemia de Covid-19 puso en dudas a un sistema alimentado casi en exclusividad por tanques de Hollywood. En apenas siete días, y a la luz de algunas noticias que surgieron en las últimas jornadas, esas líneas ya quedaron un poco viejas y el panorama parece más desalentador aún: los tiempos se aceleran demasiado rápido. Es que el acuerdo entre la productora Universal y el exhibidor AMC, por medio del cual se acorta el tiempo que pasa entre el estreno de una película en los cines y su llegada al sistema de VOD, profundiza aún más la concentración en la distribución cinematográfica. Si la ventana ahora será de apenas 17 días, entre que uno pasa de verla en una sala a verla en el living de la casa, es una posibilidad que los cines apuesten a saturar el mercado con muchas copias de un mismo film antes de que se agote su vida útil. Es verdad que AMC es una empresa que cuenta con mil salas en el mundo, pero ubicadas mayormente en Estados Unidos y en algunos países de Europa. Resta ver qué harán otros jugadores del rubro, pero por ahora parece acotado. Sin embargo, la veloz llegada de una película a plataformas digitales en Estados Unidos potenciará el trabajo de los piratas, que tendrán a su disposición mucho material para cargar a internet. Si como se sospecha las películas que rápidamente pasen a VOD serán aquellas de una segunda línea de Hollywood (y no hablamos de calidad), sin demasiado camino comercial, está claro que pocos mercados internacionales se sentirán tentados a recibirlas si encima son de fácil acceso a través de las descargas virtuales. Todo esto podría terminar -por si hacía falta- potenciando a los grandes tanques, que se volverían el único material disponible en las salas. Si en la actualidad, y por la falta diversidad, el ritual de ir al cine -al menos en el circuito comercial- parece circunscribirse a un segmento etario cada vez más reducido de niños, adolescentes y algunos pocos adultos, algunos espectadores podrían estar viviendo los últimos años de la experiencia de ir al cine.