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Greed

Título original: Idem
Origen: Inglaterra
Dirección: Michael Winterbottom
Guión: Michael Winterbottom, Sean Gray
Intérpretes: Steve Coogan, Isla Fisher, Asa Butterfield, Shirley Henderson, David Mitchell, Sophie Cookson, Stephen Fry, Sarah Solemani, Asim Chaudhry, Pearl Mackie, Jonny Sweet, Stephen Evans, Dinita Gohil
Fotografía: Giles Nuttgens
Montaje: Liam Hendrix Heath
Música: Harry Escott
Duración: 104 minutos
Año: 2019


6 puntos


AMBICIONES QUE DEVORAN

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Sir Richard McCreadie (Steve Coogan) es un poderoso empresario británico en el rubro de la moda. No es diseñador, lo suyo es saber cómo comprar su producto y cómo revenderlo: desde joven ha manifestado un importante olfato para los negocios, también para seducir y embaucar a la gente. Precisamente en ese camino que lo llevó a la cima hay múltiples baches, que son los que amenazan con destruirlo todo ahora, que está por cumplir los 60 y prepara una imponente fiesta en la isla griega de Mykonos, mientras sufre el asedio del fisco británico debido a sus fraudulentos negocios. Greed, la película de Michael Winterbottom, es una sátira que encuentra sus mejores pasajes cuando narra de manera briosa los preparativos de esa fiesta (a la que prometen asistir varias celebridades) y acumula personajes con un verdadero espíritu lunático.

En verdad Greed es una suerte de resumen de lo mejor y lo peor del cine de Winterbottom. Director emparentado con aquella generación de cineastas que en los 90’s renovaron el cine británico (el nombre más popular sería el de Danny Boyle), su filmografía ha demostrado un eclecticismo absoluto, mostrándolo capaz de abordar la mayoría de los géneros. Claro, a Winterbottom lo puede la mirada social y política, y si bien no hay nada de malo en ello, en ocasiones lo lleva al trazo grueso y la mirada eurocentrista culposa. De hecho, para ser un nombre que irrumpió con fuerza allá por la última década del siglo pasado, su nombre comenzó a evaporarse demasiado rápido, aunque siga filmando con una periodicidad llamativa. Precisamente esa necesidad por decir algo sobre la situación del mundo hace que Greed, que debería ser una comedia alocada y salvaje, se vea lastrada progresivamente cuando una subtrama que incluye a un grupo de refugiados toma un forzado protagonismo.

Como decíamos, lo mejor de Greed es la primera parte, esa mezcla de sátira y grotesco que acumula personajes y anticipa que todo va a terminar mal. Para sus 60 años, McCreadie quiere una fiesta temática atravesada por la película Gladiador, por lo que manda a montar una arena romana en la que habrá hasta gente luchando contra leones. La construcción de ese escenario es el telón de fondo para el cruce de personajes que van llegando para la fiesta, desde agentes a productores, de ingenieros a trabajadores extranjeros, desde amantes hasta ex parejas e hijos, todos trazando un mapa de las vanidades que recuerdan un poco al cine de Robert Altman. Más allá de un patetismo remarcado y de una misantropía generalizada (a lo que Coogan suma su presencia más reptil), Greed es divertida porque avanza diciendo algunas bastante salvajes sobre el mundo de las finanzas y la superficialidad del mundo de la farándula. Pero avanzada la película, Winterbottom quiere dejar en claro que estamos en una película suya, y comienza a construir un último acto que se dirige hacia la inevitable tragedia, remarcada por el leitmotiv de péplum y por una música que se vuelve demasiado grave. Greed no termina de arruinarse, pero es cierto que deja pasar la posibilidad de ser una gran comedia sin culpas. Tanto jugar con las ambiciones de su protagonista, a Michael Winterbottom se lo termina devorando el león de las ambiciones propias.

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