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Dos tórtolos

Título original: The lovebirds
Origen: EE.UU.
Dirección: Michael Showalter
Guión: Aaron Abrams, Brendan Gall
Intérpretes: Issa Rae, Kumail Nanjiani, Paul Sparks, Anna Camp, Nicholas X. Parsons, Kyle Bornheimer, Barry Rothbart, Andrene Ward-Hammond, Moses Storm
Fotografía: Brian Burgoyne
Montaje: Vince Filippone, Robert Nassau
Música: Michael Andrews
Duración: 86 minutos
Año: 2020


6 puntos


EL CASO DEL REMATRIMONIO

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Es cierto que Dos tórtolos no es una gran comedia: recurre a fórmulas ya bastante transitadas y si tenemos en cuenta que es del mismo director de la muy buena Un amor inseparable, hasta se podría hablar de una cierta decepción. Pero, cuando se la analiza de manera un poco más fina, esta película -que originalmente iba a ser estrenada en cines por Paramount, pero debido a la pandemia del coronavirus terminó siendo lanzada a través de Netflix- revela una nobleza más que atendible y un cariño innegable por la comedia romántica.

Si Dos tórtolos arranca con el romance a pleno, con Leilani (Issa Rae) y Jibran (Kumail Nanjiani) conociéndose y enamorándose rápidamente, los minutos siguientes muestran a la pareja estancada en la rutina y con el amor en decadencia. Pero justo en el momento en que ambos llegan a la conclusión de que la relación ya no da para más, quedan súbitamente metidos en un accidente no precisamente accidental. Casi inmediatamente, los protagonistas se ven arrastrados a una conspiración criminal, inculpados de un crimen, huyendo de la policía y tratando de limpiar su nombre. Al mismo tiempo, de la mano del riesgo, el vínculo afectivo de esa pareja al borde de la ruptura es revitalizado -o más bien redescubierto-.

Se podría decir que el principal activo de Dos tórtolos son sus protagonistas y su capacidad cómica, lo cual es bastante cierto. De hecho, la puesta en escena del film de Michael Showalter comparte las mismas dificultades que Una noche fuera de serie, otra película con un argumento similar: la vertiente narrativa vinculada al policial y la acción no termina de estar bien desarrollada, con lo que solo en algunos pasajes posee credibilidad. Es la química entre Rae y Nanjiani la que sostiene el relato, a pura verborragia y fisicidad, pero eso es también producto de las verdaderas preocupaciones de la película, que van indudablemente por el lado de lo romántico.

Desde esa reivindicación del romanticismo y cómo puede ser el soporte del humor es que Dos tórtolos se construye como una comedia pequeña y sintética, pero también placentera. Ese cimiento le permite construir algunas situaciones que se burlan del verosímil del policial -hay un par de interrogatorios que son directamente anárquicos- y desplegar ideas visuales plagadas de inventiva, como una secuencia que parodia a Ojos bien cerrados apelando al absurdo. Pero también plantarse frente al espectador con comodidad y honestidad respecto a lo que es: una historia de rematrimonio sobre dos personas redescubriéndose a sí mismos y al otro, una aventura tan efímera como disfrutable. A veces, la plena consciencia de las ambiciones a la hora de narrar es un factor decisivo a favor, que acomoda las expectativas en la senda correcta, y Dos tórtolos es una muestra de ello.

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