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Defending Jacob – Miniserie

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Un poco con el espíritu de las historias de Dennis Lehane, Defending Jacob es mucho más que un thriller judicial con el que Chris Evans intenta despegarse del Capitán América de Marvel. Esta miniserie de ocho episodios producida por Apple TV+, basada en el libro de William Landay, es un intenso drama que husmea en el subconsciente de un reputado matrimonio (él es fiscal, ella trabaja en una entidad dedicada a la infancia) cuando su hijo adolescente se convierte en el principal sospechoso del asesinato de otro joven. Una particularidad de Defending Jacob es que todos los capítulos están escritos por la misma persona (Mark Bomback) y dirigidos por la misma persona (Morten Tyldum), lo que le da una solidez y coherencia narrativa y estética que otras producciones similares no tienen. La miniserie amaga desde el primer episodio con convertirse en un thriller repleto de giros, pero si bien hay algunas idas y venidas en la investigación, lo significativo es que esquiva varias responsabilidades de las series actuales concentradas en el cliffhanger, para introducirse en la zona más oscura de sus personajes y no abandonar su incomodidad hasta un último capítulo realmente angustiante. Sin embargo a diferencia de otras series que entienden oscuridad como explicitud sórdida (pienso en Ozark) hay aquí un control absoluto para sugerir más que para mostrar, algo que se sostiene y que hasta puede decepcionar a algunos espectadores que busquen respuestas a los dilemas que desarrolla. Decíamos de Lehane, y es que otra vez tenemos al estado de Massachusetts como protagonista de una historia donde la infancia entra en crisis y donde los adultos no saben muy bien de qué manera lidiar con ello. Como en Desapareció una noche, el dilema moral se trasladará de la pantalla al espectador: Defending Jacob gusta de interpelar al que está mirando, hacerlo dudar, de la misma manera que esos padres dudan finalmente si su hijo es realmente un asesino. Sobre esa zona gris en la que no terminamos de conocer al que tenemos al lado (mucho más complejo si hablamos de un hijo), la miniserie construye personajes ricos, especialmente el Andy Barber de Evans, quien como fiscal conoce cada grieta del proceso judicial y eso le permite tomar distancia aunque el que esté en el banquillo sea su hijo, y Laurie Barber (excelente Michelle Dockery), esa madre sufriente que, como Marge Simpson cuando descubre que Bart robó un videojuego, entiende que Jacob ya no es el pequeño de los álbumes con fotos familiares. Jacob es una verdadera incógnita (lo de Jaeden Martell es notable en su impasividad) y la serie trabaja a partir de él esa distancia inevitable que existe entre el mundo de los adultos y el de los jóvenes, partiendo de la ignorancia sobre las consecuencias que traen algunos actos. Un mundo de adultos y otro de jóvenes que parecen trazar puentes a través de la comedia, ese género que permite convertir lo anormal en norma por medio de hacer regla el absurdo. En Defending Jacob hay citas explícitas a Hermanastros, Y… ¿dónde está el piloto?, Borat, Experto en diversión. Pero lamentablemente el mundo no es una comedia.

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