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Recapitulación de Homeland: The English teacher

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

ATENCIÓN: SPOILERS

Antes de comenzar la octava y última temporada, parecía probable que Homeland terminara igual que series como Dexter: de forma totalmente intrascendente y hasta traicionándose un poco. Pero después de ver The English teacher y a las puertas del capítulo final, queda claro que la serie está ante una gran oportunidad: cerrar su recorrido bien arriba, como lo supieron hacer creaciones como The wire, Mad men o Breaking bad.

En The English teacher hubo poco tiempo para tomarse un respiro y se terminó de delinear el gran dilema ético y moral que aqueja a Carrie: salvar a su país de una guerra casi suicida contra Pakistán o proteger el vínculo con su mentor, Saul. Las dos cosas juntas no se pueden y desde ese conflicto es que el episodio construye todo el entramado alrededor, con distintas subtramas que empiezan a confluir de forma apasionante. Tanto Carrie como Saul son los protagonistas innegables, pero la novedad reside en cómo se da una mecánica en la cual solo a veces controlan los acontecimientos.

Por un lado, tenemos a Saul haciendo gestiones subterráneas para aminorar las tensiones con Pakistán, logrando que informen sobre el supuesto paradero de Jalal Haqqani, aunque eso lo lleve a pagar un nuevo costo político en las intrigas que se vienen dando dentro de la Casa Blanca. Allí el ganador claro continúa siendo Zabel, quien consigue que la agenda presidencial se incline a su favor, en un contexto donde todo parece a punto de estallar.

Por el otro, Carrie intenta escarbar en el pasado de Saul para ver si encuentra a su agente encubierto dentro de las más altas esferas del poder ruso. En esa investigación, es donde la serie termina de redondear apropiadamente el recorrido de Jenna, un personaje que inicialmente no inspiraba confianza pero que termina revelándose ante todo como extremadamente noble y hasta idealista. Tanto que, como ella misma le admite finalmente a Carrie, no puede seguir más dentro de la CIA porque los costos son mayores que los cambios positivos que se puedan realizar. Jenna recopila información relevante, le entrega pistas vitales a Carrie y retrocede en su intención de testimoniar en su contra, pero hasta ahí llega su sacrificio. Ya está, el mundo del espionaje no es para ella.

Pero lo mejor estuvo en esos flashbacks sobre los tiempos en que un joven Saul se mueve por la Berlín de la Guerra Fría, tratando de reclutar agentes para operar anti-soviéticos y donde conoce a una joven profesora de inglés que eventualmente será su informante en Moscú. Esas breves pero vitales secuencias, muy bien ejecutadas a partir del uso de la voz de Mandy Patinkin para darle entidad al personaje, parecen diseñadas para abrir las puertas a un spinoff centrado en las aventuras del ascendente Berenson. Pero también están para darle sentido y carnadura a un presente inestable, donde Saul -en una escena casi dantesca- debe exponerse frente a todos para comunicarse con su agente, quien ahora oficia de traductora para los funcionarios rusos. No hay certezas, especialmente para Carrie, cuyo dilema moral llega al extremo cuando Gromov le sugiere -o más bien ordena- que, para poder saber quién es la espía oculta en los pasillos rusos, la única que queda es sacarlo del medio a Saul. Carrie, quien es supuestamente la heredera, parece destinada a destruir el legado de su mentor. The English teacher finaliza con un máximo nivel de incertidumbre y el título del capítulo final (Prisoners of war, como la serie original israelí en la que se basa Homeland) no parece avizorar un cierre feliz.

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