Por Cristian Ariel Mangini
Con la segunda temporada en un horizonte no muy lejano, una secuela espiritual antes que directa a pesar de contar con miembros del elenco y el mismo creador, La maldición de Hill House (o simplemente La maldición) tiene en su narrativa serial una fórmula tan melancólica como terrorífica que atrae tanto por su sobriedad visual como por el magnetismo que tienen sus personajes. Detrás de las cámaras y la producción esta Mike Flannagan, director que ha sabido hacerse un lugar dentro del terror entre los autores más personales a pesar de su irregularidad en tramas y subtramas que a veces terminan llevando a ninguna parte. Teniendo en cuenta esto quizá el formato de serie se beneficia en sus diez episodios para terminar de cerrar la historia de la familia Crain, que sucede esencialmente en dos líneas temporales: la tortuosa vida familiar en la casa embrujada Hill y la vida adulta de los niños que crecieron allí. El guion está muy pulido en torno a sus personajes pero cuando se trata de la enorme mística que produce la Casa Hill se repiten algunos problemas de los films de Flannagan: el clima quirúrgico de sus encuadres, la atmósfera viciada y oscura de esa construcción maldita y el trauma de los personajes que vivieron allí se encuentra por momentos inundado de referencias vacías que no tienen consecuencias en los diez episodios de la serie. Hay un mérito en la forma en que se construye la mística de esa casa embrujada que atraviesa generaciones, pero lo poco explorado que se encuentran algunos de sus rincones pueden producir frustración, sobre todo porque algunas respuestas terminan siendo un tanto forzadas y simples para la complejidad de la serie. Esto no termina de afectar una producción que se focaliza más en el drama y el thriller psicológico que en el terror, reflexionando en torno a estos personajes cuyos traumas no han sido superados y se materializan en su realidad como fantasmas. Hay en esta serie de Netflix al menos dos episodios memorables: uno es el impactante y trágico The Bent-neck lady (episodio 5) y el otro es el depresivo Two storms (episodio 6), cuyo clima de tristeza sobrevuela en torno a lo no dicho y la incapacidad de afrontar el trauma de saber que, en verdad, los niños que crecieron en Hill House nunca han salido de allí. Lo terrible y amenazante de la trama de La maldición es cómo lo sobrenatural aparece como una entidad para indagar en la incapacidad que tenemos para afrontar nuestros miedos y buscar la forma más efectiva de huir de ellos, aunque esto termine siendo inútil. El elenco compacto liderado por Henry Thomas (el niño de ET, obviamente bastante crecido) y Carla Gugino no tiene asimetrías y se complementa con solvencia para internarnos en los confines de la siniestra Hil House.
-NdR: Netflix anucia una segunda temporada para algún momento de este año.