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Spenser: confidencial

Título original: Spenser: confidential
Origen: EE.UU.
Dirección: Peter Berg
Guión: Sean O´Keefe y Brian Helgeland, basado en la novela de Robert B. Parker y Ace Atkins
Intérpretes: Mark Wahlberg, Winston Duke, Alan Arkin, Iliza Shlesinger, Michael Gaston, Bokeem Woodbine, Marc Maron, James DuMont, Austin Post, Colleen Camp, Hope Olaide Wilson, Kip Weeks, Brandon Scales, Ayana Brown, Dustin Tucker, Josh Cronin, Alfred Briere
Fotografía: Tobias A. Schliessler
Montaje: Michael L. Sale
Música: Steve Jablonsky
Duración: 111 minutos
Año: 2020


5 puntos


BERG Y WAHLBERG LIMITÁNDOSE A SÍ MISMOS

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Peter Berg y Mark Wahlberg habían armado una buena sociedad con sus primeros tres films: El sobreviviente, Horizonte profundo (por lejos, la mejor) y Día del atentado, todas basadas en hechos reales. Pero luego arribó Milla 22: el escape, un fallido intento de comienzo de una franquicia. Ahora llega Spenser: confidencial, que es también una evidente búsqueda por darle inicio a una franquicia, esta vez para Netflix, a partir de una adaptación bastante libre de la saga literaria de Robert B. Parker y de la serie televisiva de los ochenta. Lamentablemente, los resultados son parecidos, aunque las causas sean diferentes.

Es que si Milla 22: el escape era indudablemente un film de Berg, que descarrilaba a partir de una redundancia de ciertas marcas estilísticas del realizador –particularmente en el montaje-, en Spenser: confidencial es difícil detectar algo de su personalidad. De hecho, estamos ante una película bastante impersonal, casi hecha en piloto automático, a pesar de que confíe en herramientas que la convierten casi en un ejercicio nostálgico. Tenemos a Spenser (Wahlberg), un ex policía que estuvo varios años en prisión básicamente por seguir sus instintos y su código moral, que decide meterse de lleno a resolver el misterio detrás de las muertes de dos policías. Para eso terminará asociándose con su compañero de cuarto, Hawk (un Winston Duke probando que es realmente gigantesco), destapando una olla podrida donde conviven el narcotráfico, pandillas criminales que gustan de usar machetes para matar gente y unos cuantos policías corruptos.

Si todo lo anterior suena muy a policial de acción de los ochenta/noventa, es porque lo es. Están la pareja despareja de un blanco y un negro; los protagonistas tercos que no ven al culpable obvio hasta que queda todo muy claro; los tiroteos algo arbitrarios pero de mediana intensidad; el espacio urbano mostrando su rostro más sucio; las líneas de diálogo sarcásticas; y hasta el sexo algo paródico pero ciertamente relajado. Pero no hay mucho más que esa utilización de los elementos con una dosis considerable de autoconsciencia, y por eso Spenser: confidencial hace recordar en exceso a esas películas de Steven Seagal que en los noventa iban directo a video.

Hay algo de lógica en la puesta en escena de Berg: lo que tiene para contar es un relato pequeño, sin grandes ambiciones y originalidad, destinado a un público que lo va a ver en la pantalla de una computadora. El problema es que solo queda una película intrascendente, donde prevalece en exceso la confianza en lo que puedan aportar las presencias de Wahlberg y, en menor medida, Duke. Y es una pena, porque el realizador había demostrado hasta acá ser un cineasta desparejo, pero arriesgado en sus construcciones narrativas y estéticas incluso en films a primera vista convencionales, como Juego de viernes en la noche o Hancock. En cambio, Spenser: confidencial podría haber sido hecha por cualquier artesano mínimamente competente. Berg está para más, y lo mismo cuenta para Wahlberg, que acá se repite a sí mismo en vez de construir un personaje verdaderamente nuevo.

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