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Recapitulación de Homeland: Catch and release

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

ATENCIÓN: SPOILERS

Las sorpresas se acumularon en el más reciente capítulo de Homeland. O más bien las vueltas de tuerca, porque la serie ya nos ha acostumbrado tanto con sus mascaradas, engaños y giros que ya difícilmente pueda sorprender a fondo. Al menos en el caso de Catch and release, que igual es un episodio sumamente dinámico, en el que pasan varias cosas a la vez.

Todo sigue girando alrededor de las conversaciones de paz en Afganistán y los intentos para destrabarlas. Inicialmente, con Carrie fracasando por completo en su primer intento por convencer al Vicepresidente Abdul Qadir G’ulom de que se retracte de sus declaraciones previas sobre que nunca iba a liberar a los prisioneros talibanes. Es una conversación dura, marcada no solo por la presencia precedente de la delegación rusa (integrada, entre otros, por Gromov) sino también por la dureza de G´ulom para marcar la cancha y dejarle en claro a Carrie que no tiene elementos –positivos o negativos- para convencerlo de retractarse. A la vez, a Saul le llega un hallazgo de Max: una conversación donde el líder de los talibanes Haissam Haqqani, en diálogo con su hijo, admite que ve necesaria la paz porque la lucha es interminable.

Los tiempos se acortan y al mismo tiempo se abre una ventana de posibilidad para desatar el nudo para llevar las conversaciones a buen puerto. Las acciones son rápidas y en base a meras intuiciones. A Carrie le llega un misterioso papel a su escritorio con un nombre: Samira Noori, quien resulta ser una ex empleada del gobierno afgano que denunció a G´ulom por corrupción pero que fue despedida y obligada a callarse luego de que su prometido fuera asesinado en un atentado.  Se monta entonces una operación a dos vías, convocando a Samira a una entrevista laboral para una ONG falsa mientras le allanan el departamento para tratar de encontrar. Pero (previsiblemente) no todo sale como se esperaba, porque a pesar de que Carrie encuentra un pendrive con información en el departamento, Jenna, una novata tratando de abrirse paso y que está a cargo de la entrevista, queda expuesta frente a Samira. Paradójicamente, ese traspié termina jugando a favor de la misión, ya que Carrie consigue convencer a Samira de colaborar. El resultado es auspicioso: pruebas claras de que G´ulom utilizó dinero estadounidense para montar un ejército inexistente, robándose millones de dólares. Esa información es utilizada por Carrie para torcer la voluntad de G´ulom y retractarse de sus dichos anteriores. El precio a pagar: dos conversaciones tensas, donde el intervencionismo estadounidense vuelve a quedar mal parado; pero lo peor se reserva para el final, cuando Carrie se cruza en un bar a Gromov, quien le comenta, casi al pasar, que fue él quien se encargó de que ella sepa de Samira. ¿Cómo hizo? ¿Quién es su contacto dentro de la CIA? Jenna es buena candidata, pero no hay que descartar nada.

Por el lado de Saul, todo se complica a un nivel explosivo, porque la reunión que intenta montar con Haqqani (utilizando a un prisionero liberado de Guantánamo que es pariente del líder talibán) sale definitivamente mal. Hay una abrupta intervención de fuerzas de ISIS, con la inteligencia pakistaní metiendo la cola, y Saul es capturado. Inesperadamente (o no tanto), los captores resultan ser gente de Haqqani, que sigue vivo a pesar de todo, porque indudablemente vio venir una posible trampa. El tema es si cree o no que la trampa la puso Saul. La escena final del episodio, con Saul aliviado porque Haqqani está vivo pero recibiendo a continuación un culatazo que lo desmaya, parece indicar el peor escenario. Catch and reléase es un capítulo de gran ritmo y eso le permite sobrellevar algunas decisiones que pretenden sorprender aunque son un tanto previsibles. Al fin y al cabo, Homeland es una serie donde muchas veces el giro es la norma y el espectador siempre está con la guardia alta.

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